Una necesaria y voluntaria desconexión del progreso

Hoy se estrena la película «100 días de soledad», rodada en el Parque Natural de Redes y que nada tiene que ver con los programas de supervivencia que proliferan en televisión, asegura su director y protagonista

José Díaz dirige y protagoniza «100 días de soledad» WANDA NATURA

RUTH PILAR ESPINOSA

José Díaz , un empresario apasionado de la fotografía y la naturaleza, se estrena como director y actor principal en la película «100 días de soledad» , que llega hoy a los cines. Entre el 12 septiembre y el 19 de diciembre de 2015 decidió retirarse a la cabaña que posee en el asturiano Parque Natural de Redes para vivir una experiencia única de introspección y autosuficiencia.

«Con esta película pretendemos, entre muchos otros objetivos, transmitir la idea de que la naturaleza es la gran proveedora del ser humano si establecemos con ella una relación basada en el respeto y la sostenibilidad», explican los responsables del proyecto, entre los que también se encuentran el productor José María Morales y Pablo Díaz, hijo de José, que ha compuesto la banda sonora.

«A pesar de los gravísimos daños que hemos perpetrado a nuestro entorno natural, aún estamos a tiempo de rectificar y buscar otros modelos de desarrollo menos agresivos y que tengan en cuenta la sabiduría y experiencia de nuestros mayores. Y a tiempo, también, de replantear una sociedad -que en muchos casos tiende a la patología- para que sea capaz de educar en valores a nuestros jóvenes», aseguran.

¿Por qué ha elegido el Parque Natural de Redes como escenario para su película?

En Redes me compré hace 10 años la cabaña porque reúne todas las expectativas que buscaba para el lugar donde ésta se hallara: bosque, montañas, fauna... Y, además, está, prácticamente, perdido en el mapa: hay lugares a los que solo se puede acceder a pie. No hay tendidos eléctricos, ni carreteras ni hoteles que desvirtúen su encanto. En Redes, por ejemplo, a diferencia de lo que ocurre en otro espacio natural emblemático de España como Doñana, los animales temen al hombre y se pueden esconder de él.

Asegura que la soledad y la naturaleza ayudan a conocerse a uno mismo. ¿Qué ha descubierto que pueda compartir con nosotros?

En situaciones de aislamiento en el medio natural como la mía uno suele pensar de sí mismo que debe mejorar en muchos aspectos y aprendes, también, a valorar más la vida real gracias a la armonía que no te transmite el progreso.

Thoreau, Proenneke y Tesson son tres aventureros que cita como referentes. Todos ellos comparten el mismo perfil. ¿Qué le atrae tanto de vivir como un ermitaño?

No me considero un ermitaño, pese a que muchas personas puedan opinar que sí después de ver la película. En ningún momento de los 100 días he dejado atrás las obligaciones; por ejemplo, la de buscar comida. Simplemente, decidí hacer un parón en mi vida para tener más control sobre ella.

¿Cómo evita uno morirse de hambre/frío o no volverse loco en una situación de aislamiento y autosuficiencia en el medio natural?

Un truco infalible es ocupar la mente. En mi caso consistía en caminar seis horas diarias buscando qué filmar; fijando la vista en un punto para observar cómo va cambiando la luz o por si aparece, de pronto, un animal.

«Un truco infalible para no volverse loco es ocupar la mente»

Ha rodado en verano y otoño. ¿Podría elegir el mejor y el peor recuerdo de cada estación?

El momento más duro era, a veces, también el más placentero. En verano, por ejemplo, caminar muchas horas bajo el sol era agotador, pero luego llegaba a la cabaña y me pegaba una refrescante ducha. En otoño también es complicado moverte después de la caída de una gran nevada, pero seguir las huellas en silencio de un animal resulta muy agradable. Si que es verdad que cuanto más cortos son los días más largas parecen las noches: metido dentro de la cabaña desde las cinco de la tarde con la única compañía de una vela y esperando que amanezca de nuevo.

Ha estado cien días sin electricidad, móvil, tv o internet. ¿Era muy dependiente de ellos?

No era ni soy muy dependiente del móvil. Llevo uno en el coche por precaución, por si tengo alguna emergencia. Y las tecnologías, en general, las estoy empezando a usar ahora, sobre todo por la promoción de la película. Me gusta hablar con las personas mirándolas a los ojos.

«Sobreviví a base de austeridad y aún así me sobraron muchas cosas». Es una de las conclusiones que ha obtenido tras su experiencia.

Nos sobra lo material y nos falta lo espiritual, seamos conscientes o no. En la cabaña, por ejemplo, tenía un tenedor, una cuchara y un cuchillo. En mi casa, si abro el cajón de la cocina, encontraría mucha más cubertería.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Me gustaría publicar un nuevo libro que se llame «Un metro cuadrado de Redes». Se trataría de elegir este pedacito dentro del parque natural y tomar fotos de microfauna, por ejemplo, desde él.

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