Cristina Cifuentes presidenta de la comunidad de Madrid en el Real Palacio de Correos
Cristina Cifuentes presidenta de la comunidad de Madrid en el Real Palacio de Correos - Isabel B Permuy
PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Cifuentes: «Quiero llevar la bandera de las políticas sociales del PP»

La nueva presidenta madrileña admite que en «algunas cosas» deberá ir de la mano de la alcaldesa Manuela Carmena

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Cristina Cifuentes (Madrid, 1 de julio de 1964) recibe a ABC en su despacho de la Presidencia en la Puerta del Sol. Sin tiempo aún de colgar su cuadro favorito de «Tintín», en la sala dominan varios centros de flores, uno de Ana Rosa Quintana. Desde su balcón, cruza amistosamente algunas palabras con un grupito de jóvenes, que le felicitan por su investidura. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acaba de otorgarle su respaldo asistiendo a la toma de posesión de sus consejeros, ratificando su condición de nueva «baronesa» del PP. Luce un vestido de rojo pasión, que transmite a su recién estrenada condición de jefa del Ejecutivo madrileño. «Estoy con muchísima ilusión. Voy como una moto», dice tras presidir su primer Consejo de Gobierno

. La primera orden: abrir los comedores escolares en verano para atender a los niños más desfavorecidos. «Voy a llevar la bandera de las políticas sociales del PP», asegura.

—El presidente le habrá dado las gracias por mantener Madrid para el PP.

—Las gracias se las he dado yo por haber confiado en mí como candidata a la Comunidad. Fue una puesta arriesgada. Era un poco saltar sin red.

—¿Por qué?

—Porque nunca antes fui candidata. Tenía experiencia de gestión en la Delegación del Gobierno. Pero no era la candidata natural. Rajoy se arriesgó mucho confiando en mí. Me agobiaba un poco no dar la talla, la verdad.

—Pues ha salvado los muebles del partido. Ahora es su gran activo. Incluso hay quien le sitúa como relevo.

—No, no, no... Tajantemente no. No soy el gran activo del PP. Solo soy uno más de ellos. Lo que pasa que es verdad que ahora hemos perdido mucho poder territorial y políticamente era muy importante conservar el Gobierno de Madrid.

—Muchos «barones» del PP se desmarcaron del Gobierno en la campaña. Usted no. Se rodeó de ministros.

—Nunca he creído que el Gobierno de la Nación pueda lastrar. Más bien al contrario. Es el Gobierno de Rajoy el que ha conseguido que España haya salido de la recesión, que esté saliendo de la crisis, que esté a la cabeza de Europa en crecimiento económico. Que no hayamos sido rescatados como Portugal, Irlanda o Grecia. Defiendo absolutamente al Gobierno de Rajoy con independencia de que se hayan podido cometer errores, como todos.

—Han perdido 2,5 millones de votos. ¿Por qué? Y sobre todo, ¿qué debe hacer para recuperarlos?

—No hay una sola razón. Pero la situación de crisis económica que ha vivido el país, la peor en toda la historia de la democracia, unida a la preocupación social ante la corrupción... ha sido la tormenta perfecta. Hemos tomado medidas muy impopulares que nos están sacando de la crisis, pero todavía la recuperación no ha llegado a las familias y produce frustración.

—¿Les ha faltado piel, como dicen?

—Nos ha faltado cercanía, humildad, muchas cosas. Tenemos que aprender de nuestros errores y corregirlos. Explicar que lo que se está haciendo es fundamental. Ahora es más importante que nunca esa cercanía. Recuperar el pulso con los ciudadanos.

—¿Y cree que el PP tiene tiempo para reponerse antes de las generales?

—Yo creo que sí. En política cinco o seis meses es tiempo. Pero no es responsabilidad exclusiva del Gobierno de la Nación, sino de todos los que estamos en el servicio público.

—Sacó 10.000 votos más que Esperanza Aguirre en la capital. ¿Cree que le faltó esa humildad a la «lideresa»?

—No lo sé. Sinceramente. Me hubiera gustado que se hubiese sacado mejores resultados. Era importante que Madrid hubiera tenido un gobierno del PP. No sé cuál ha sido el error. Esperanza hizo autocrítica sobre el enfoque de la campaña.

—Todo el mundo le ve como sucesora natural de Esperanza.

—Todo el mundo no. Porque yo no me lo planteo. No toca todavía. Apoyo absolutamente y me siento cómoda con Aguirre, que es una gran presidenta.

—Además de su amigo, ¿Albert Rivera es un rival o un aliado potencial? —En las urnas todos somos adversarios. Nuestros proyectos tienen similitudes, pero también diferencias. Eso no quita para que tenga buenas amistades. También en el PSOE o Podemos.

—Ha tendido la mano a todos, incluido Podemos. ¿Se equivoca Génova al situar a esta fuerza como enemiga de la democracia?

—Las diferencias ideológicas con Podemos son abismales y la crítica política debe ser absoluta con quien quiere una Venezuela bolivariana en España. Pero no hay que caer en la descalificación personal ni en la demonización. Porque es una alternativa que han votado los ciudadanos y hay que respetarla. Lo que hay que hacer es convencer a los ciudadanos. No comparto los cordones sanitarios. Es indigno que Pedro Sánchez dijera que no pactará ni con el PP ni con Bildu.

—¿Y yerra Pedro Sánchez al ir de la mano de Podemos tras el 24-M?

—Demuestra tener poco sentido de Estado. Aleja al PSOE de la centralidad en la que ha estado instalado a lo largo de la historia para echarse en brazos de un partido radical como Podemos. Les está comiendo el terreno y acabará ocupando su espacio.

—¿Intentará controlar la gestión de Ahora Madrid desde la Comunidad?

—Yo no tengo que controlar a nadie. Tengo que ejercer mis competencias legales atribuidas por ley. Más allá de eso, tendré una magnífica relación institucional con la alcaldesa de Madrid y con todos los 179 ayuntamientos.

—¿Ha hablado ya con Carmena?

—Sí. Me llamó hace unos días para felicitarme. Fue una conversación correcta, agradable. Hay muchas cosas en las que tendremos que ir de la mano.

—Encargará una auditoría de los últimos ocho años del Gobierno de la Comunidad, a petición de Ciudadanos. ¿Teme que nuevos casos de corrupción desestabilicen su gestión?

—No tengo ningún miedo, quiero que la Justicia actúe rápido. No me siento presa de la herencia de corrupción. Pero obviamente cualquier caso de corrupción como la Púnica y Gürtel es para mí y todo el PP un lastre. Ahora bien, es sorprendente que en Andalucía, que es la cuna de la corrupción, no se encargue una auditoría.

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