Los premios nacionales de Cultura

Cuatro premios nacionales de Cultura para la Comunidad Valenciana. No estaba nada mal para una comunidad que algunos (incluso desde dentro) se habían empeñado en desprestigiar con todas sus fuerzas. Cinco valencianos se habían alzado este año con el premio nacional en Artes Plásticas (Jordi Teixidor), Narrativa (Rafael Chirbes), Ensayo (Adela Cortina), Poesía Joven (Carlos Loreiro) y Tauromaquia (Canito).

Unos premios que otorgaba el Gobierno pero que decidían un jurado de expertos diferente en cada categoría. Lo cual hacía todavía más incomprensible que los premiados en las categorías de Música y Fotografía, Jordi Savall y Colita, hubieran renunciado a sus galardones en protesta por la política cultural del ministro Wert. Los premios no los concedía un partido político, sino un gobierno que representaba a todos los ciudadanos y la decisión recaía en un jurado de expertos.

Lo que hacían los premiados que renunciaban era confundir el partido con el gobierno, algo que precisamente siempre se exigía a los gobernantes que no hicieran.

Mientras unos se dedicaban a la polémica, otros se dedicaban a trabajar y cultivar un talento que había alumbrado libros como "En la orilla" (que, por cierto, contenía más crítica contra la situación actual de España que el hecho de renunciar a un premio), ensayos tan necesarios como "¿Para qué sirve realmente la ética?", abstracciones geométricas como las de Teixidor, versos del castellonense Carlos Loreiro, o retratos del mundo del toro realizados por el alicantino Canito.

Aceptar un premio no significaba necesariamente estar de acuerdo con todo lo que hacía el representante que lo otorgaba (de hecho, Alfred Nobel hizo su fortuna con la fabricación de armas) sino que era una muestra de agradecimiento y una norma básica de educación y respeto por los valores democráticos.

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