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«Lluvia constante» de talento actoral

La complejidad de los dos personajes es tal, que su sufrimiento atrapa al espectador de principio a fin

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‘Lluvia constante’, de Keith Huff (coguionista de la afamada serie ‘mad Men’), adaptada y dirigida para la escena española en versión de David Serrano, es un ejercicio inconmensurable y desbordante de puro teatro a cargo del talento de dos nombres, Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta

Huff, y ahora Serrano, no encierra en una habitación a dos policías. Claramente, encierra a todo un teatro, a todos los espectadores sin excepción, en esa habitación desnuda y oscura, donde se dan cita la traición y la violencia. Y, en definitiva, todo ese dolor de vivir que la confrontación con la verdad trae consigo. Y lo hace hasta casi asfixiarlos (asfixiarnos), transmitiendo la dureza de las emociones más básicas.

«Lluvia constante» es un thriller teatral, una pieza policíaca del género de novela negra llevada al teatro con precisión.

Seguramente, con el tiempo, se convertirá en un clásico contemporáneo por derecho. La proximidad y, con ella, la vulnerabilidad, se siente desde el primer minuto, en el que los dos personajes colocan al público en el papel de juez (jurado, en este caso), teniendo que decidir con qué verdad se quedan y de parte de quién nos vamos a posicionar.

Dani y Rodo son dos policías de calle mal vistos por sus superiores, buenos compañeros, los mejores, pero relegados a ocuparse de los asuntos más turbios y a moverse en los ámbitos más marginales. Van y vienen por esa delgada línea que separa lo que puede hacerse o no, esto es, la legalidad en el cumplimiento del deber o el delito. (Si acaso, el uso de palabras mal sonantes pareció excesivo hasta en ese contexto).

A través de sucesivos flashbacks, nos contarán una historia que se inicia en el pasado pero que concluirá en el presente, a lo largo de poco más de una hora y media muy intensa, en la que juntos y por separado, en monólogos y en conversación, contarán cada uno su versión de lo sucedido.

Se desnudarán y mostrarán sus debilidades y, en la confrontación, la amistad abrirá un nuevo cauce que los descubra a sí mismos, pero que los alejará para siempre, y en el que tomarán destinos bien distintos. La complejidad de los dos personajes es tal, que su sufrimiento atrapa al espectador de principio a fin, atenazándolo hasta el punto de ansiar un desenlace. El que sea.

Rodo/Peris-Mencheta parece, inicialmente, el más débil. Alcohólico, inmaduro y solitario, despierta la compasión y el afán protector de Dani/Álamo. Este representa la parte más dura de la relación y de la existencia que les ha tocado. Dani es un déspota tendente a la violencia cuando toca defender su ideal, equivocado o no, de justicia. Todo impulsos, haría lo que fuera por defender a su familia. Juntos caminarán hasta el borde del abismo pero será sólo uno el que caiga.

Lluvia constante, ‘Steady rain’, se estrenó en Chicago en 2009 y fue un éxito en Broadway de la mano de Daniel Craig y Hugh Jackman. Pero Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta no tienen absolutamente nada que envidiarles en medio de la escenografía (casi coreografía, gracias a la omnipresencia del agua) montada por Elisa Sanz. Un espacio polivalente pese a su simplicidad, en el que la iluminación, también opresiva, de Juan Gómez Cornejo crea el ambiente lo mismo de un callejón que de una casa. Y de fondo, siempre la lluvia, purificadora hasta el fatal desenlace.

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