:: TEXTO: CARLOS BENITO :: FOTOGRAFÍA: EFE/NASA
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Feliz microgravedad

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La Navidad es tiempo de reuniones entrañables, como si la humanidad entera se hubiese propuesto protagonizar un bonito anuncio de turrón. Millones de personas toman coches, autobuses, trenes y aviones para llegar a tiempo a la mesa rebosante, abrir los regalos y calentarse el corazón con una buena dosis de cariño. Pero el trayecto más complicado ha sido el de Oleg Kotov, Timothy J. Creamer y Soichi Noguchi, que el miércoles por la noche se incorporaron a la Estación Espacial Internacional tras un viaje de dos días. Hicieron «una aproximación y un acoplamiento impecables», según la sugerente descripción de la NASA, y no tardaron en colocarse el gorro de Papá Noel. Allá arriba, a 400 kilómetros de altura, les esperaban sus colegas Maxim Suráyev y Jeff Williams con el abetito artificial ya decorado.

«Como emisarios de Santa Claus y de su hermano ruso Died Moroz, hemos llevado a la estación un saco de regalos», ha revelado Kotov. Los astronautas pasarán juntos las navidades -y cinco meses más- en estado de microgravedad, algo mucho mejor que el efecto de beberse un par de botellas de cava, y su riguroso programa de trabajo les permite alguna expansión: el japonés Noguchi, por ejemplo, ha cargado con los ingredientes necesarios para preparar su intrigante receta de «sushi espacial». Claro que lo mejor llegará en Nochevieja: según ha explicado la agencia rusa Roscosmos, que sabe de esto, se puede decir que el equipo de la estación recibirá el año nuevo 16 veces, una por cada vuelta a la Tierra. ¿A que marea sólo pensarlo?