México encabeza las listas en Iberoamérica por acoso escolar
México encabeza las listas en Iberoamérica por acoso escolar - ABC

Muere un escolar de 11 años en México por una paliza de varias compañeras

El médico de la localidad de Michoacán que le atendió se limitó a pedirle que comiera y le puso una inyección; murió a los pocos minutos

CIUDAD DE MÉXICO Actualizado: Guardar
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Se llamaba Miguel Ángel Arévalo Tamatz y tenía solo 11 años. El martes, entre las cinco y media y las seis de la tarde, un grupo de compañeros –cuatro niñas y dos niños, según la familia– le dio una paliza y lo dejó inconsciente a la salida de su colegio, la Escuela Primaria Felipe Tzintzun del pequeño pueblo de Opopeo, en Michoacán, a una hora de la capital del estado, Morelia.

Fredy Tamatz, tío del pequeño, cuenta a ABC que llamaron a su hermana, Sonia, que estaba en el mismo centro, en una reunión, «para notificarle que el niño estaba inconsciente, que lo habían agredido físicamente compañeros de su grupo». Recobrada la consciencia con alcohol en su nariz, Miguel Ángel contó a su madre que dos compañeras le habían pegado y aunque él les pidió que pararan, que le dolía, no lo hicieron.

Más tarde, el médico, a pesar de que el niño refería el dolor intenso que sentía en el pecho, solo le mandó comer y le puso una inyección, la familia aún no sabe de qué medicamento. «Que nada más se había desmayado porque no había comido bien, por el sol o por lo que hubiera comido», declaró la madre al periódico michoacano «Provincia». Al mismo medio, contó la abuela, Arcelia: «Quería que le echáramos agua, decía que se quemaba. El niño me dice: me voy a morir abuelita, me voy a morir porque me pegaron bien feo las niñas. En ese momento estábamos con el médico y el médico también oyó». Diez minutos después, estaba muerto.

«Que nos esclarezcan la situación», pide Fredy, que no se explica la negligencia médica ni que el Ministerio Público solo hiciera constar en la autopsia que murió por «broncoaspiración», ignorando la paliza que recibió.

Jornalero en Washington

Fredy relata que su sobrino nunca había tenido problemas en el colegio antes: «El niño era muy tranquilo, muy serio. Nunca se metía ni tuvo problemas con nadie dentro de la escuela, de ningún tipo. Él jugaba con todos y se llevaba bien con todos». Sin embargo, reconoce que los niños les han contado estos días que ya se habían dado casos de violencia dentro de la escuela, pero el director «los había dejado pasar». «Como no había pasado nada, se hizo caso omiso», dice Fredy.

La Comisión Estatal de Derechos Humanos de Michoacán dijo en un comunicado de prensa que está investigando para determinar «si se trató de un caso de acoso escolar mejor conocido como "bullying" y si existió omisión por parte de las autoridades educativas para atender el mismo».

Opopeo está cerca de municipios que salen a menudo en los periódicos por violencia debido al narcotráfico, como Uruapan o Apatzingán, pero Fredy asegura que nada de eso se ha visto aquí. De poco más de 10.000 habitantes, es un pueblo dedicado ancestralmente bien a la agricultura, bien a la artesanía maderera –como la que se vende en el vecino Pátzcuaro, centro neurálgico de la sociedad justa que planeó para los purépechas el obispo Vasco de Quiroga en el siglo XVI–, pero la mayoría de sus habitantes es hoy emigrante en Estados Unidos. Es el caso del padre de Miguel Ángel, Miguel Arévalo, que nada más conocer la noticia viajó en autobús de madrugada desde Washington D.C., donde trabaja de jornalero por temporadas en la recogida de la manzana.

La familia enterró al pequeño Miguel Ángel ayer jueves al mediodía. La madre, de 32 años y con dos hijos más –Fernando, de ocho años, y Paula Andrea, de cinco–, está devastada. «Ya se imaginará, una madre que pierde a un pequeñito, su primogénito; las palabras salen sobrando». Si hablan con la prensa, destruidos como están, es, explica Fredy, «para que vean cómo está creciendo nuestra sociedad. Qué se les está enseñando a los niños, cómo van a crecer».

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