Estados Unidos cierra una base de «drones» en Etiopía

El operativo, situado en Arba Minch, servía como centro de vigilancia frente a la milicia islamista de Al Shabab en Somalia

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El Pentágono ha confirmado el cierre de una base de «drones» (aviones no tripulados) en Etiopía, que servía de centro de vigilancia frente a la milicia islamista de Al Shabab en Somalia. El desmantelamiento del operativo, situado en Arba Minch, al sur de Etiopía, fue iniciado en septiembre, aunque no se ha dado a conocer hasta esta semana. Aquí, el creciente peso estratégico de otros lugares alejados del Cuerno de África se muestra capital en la decisión. Este es el caso de Camerún, donde el Gobierno estadounidense anunciaba en octubre el despliegue de 300 militares, así como «drones» de vigilancia para combatir al grupo nigeriano Boko Haram.

No obstante, es la muerte de Mukhtar Abu Zubeyr, conocido como Ahmed Godane, líder de la milicia islamista de Al Shabab, la de mayor impacto en el uso de estos aparatos en el continente africano.

El caudillo falleció en un ataque lanzado el 1 de septiembre de 2014 por fuerzas armadas estadounidenses en las cercanías de la base del grupo en Barawe, a unos 200 kilómetros de la capital, Mogadiscio. Entonces, el gobernador de la región de Lower Shabelle, Abdikadir Mohamed Nur Sidii, confirmó que un «drone» golpeó un campamento terrorista entre las ciudades de Dhaab Tubaako y Haaway.

La muerte Godane supuso entonces un serio revés para Al Shabab, en una organización tejida a imagen y semejanza de uno de los huesos duros del islamismo radical.

Aunque no todos estos artefactos se han mostrado igual de «eficaces». En este sentido, especialmente significativos son los dos ataques en cadena llevados a cabo el 23 de junio de 2011 en varias localidades al sur del país africano. En el primero de ellos, un «zángano» golpeaba un campo de entrenamiento terrorista a diez kilómetros de Kismayo (por entonces, nido de la serpiente islamista), mientras que el segundo tenía como objetivo el aeropuerto de esta misma ciudad. Los blancos humanos de ambos ataques eran militantes del Al Shabab de alto rango (tales como Ibrahim al Afgani) que, según el Gobierno de Somalia, planeaban un atentado inminente en Reino Unido. Sin embargo, la propia milicia aseguró posteriormente en un comunicado que al menos una decena de civiles fallecieron también en la acción armada.

No quedó en un simple y desgraciado error. Solo unos meses después, el 6 de octubre de ese mismo año, cuatro nuevos civiles eran asesinados en otro ataque fallecido, en este caso en el distrito de Dhobley.

Como asegura la organización británica «The Bureau of Investigative Journalism», solo en el periodo 2007-2015, se han registrado en Somalia al menos 18 ataques con aviones no tripulados estadounidenses (25, en los análisis más pesimistas). ¿Su resultado? Decenas de personas muertas (entre 38 y 126 dependiendo de las fuentes). Y las cifras son muy superiores en otros países donde también operan estos aparatos.

Pese a ellos, los errores de la actual guerra de los cielos tampoco se limitan a su escasa calibración.

A mediados de 2012, un estudio de Naciones Unidas denunciaba varios incidentes protagonizados por estos «zánganos» en los últimos tiempos: desde colisiones en campos de refugiados a vuelos rasantes frente a depósitos de combustible, pasando por choques evitados en el último momento con aviones comerciales en la capital del país, Mogadiscio.

Una docena de bases

Desde 2007, Estados Unidos ha construido cerca de una docena de bases aéreas en el continente africano para el estacionamiento de aviones no tripulados.

Ya en junio de 2011, el Pentágono comenzó a volar otros cuatro «drones», valorados en 45 millones de dólares, desde una base en las Seychelles, y a finales de 2011, edificaba un centro secreto en Etiopía para frenar la amenaza islamista que se cierne sobre la vecina Somalia

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