Christian Lindner, el guardián de la deuda europea

El más que probable futuro ministro de Finanzas alemán desafía a Francia, Italia o España, partidarios de los eurobonos y de mayor endeudamiento

El futuro ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner Reuters

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Hace solo unas semanas, Christian Lindner invitó a su novia al restaurante Cassambalis, en el centro de Berlín, a una comida de cuatro platos a la que asistieron también los padres de ambos y el presentador de la cadena de televisión RTL Heiner Bremer. Supuestamente era una celebración de cumpleaños, pero, en los postres, por sorpresa y con un enorme ramo de flores, le pidió matrimonio a la reportera política de 32 años, 10 menos que él, Franca Lehfeldt. Ella dijo que sí. A pesar de sus deseos de intimidad, la noticia se extendió con rapidez en la capital alemana. Lindner, el líder del Partido Liberal Alemán (FDP), es un hombre clave en la formación de gobierno que el socialdemócrata Olaf Scholz está negociando con verdes y liberales.

Dos semanas antes de las elecciones, ya se autoproclamaba en los actos de campaña próximo ministro alemán de Finanzas y desde su oficina confirman qu e aspira a ese cargo en la negociación para formar el denominado gobierno ‘semáforo’, por la combinación de los colores corporativos de los tres partidos, lo que convierte a Lindner en clave de bóveda no solamente para Alemania, sino para la zona euro a través del Ecofin. Esta posición justifica la observación con lupa de cada uno de sus pasos, por muy privados que puedan parecer. Y en cuestión matrimonial, resulta evidente que sigue las estratégicas huellas del excanciller alemán Gerhard Schoder, que se casó con Doris, la reportera política estrella de ‘Bild Zeitung’, y pronunció después su justificación lapidaria: «Es posible gobernar Alemania sin ‘Bild Zeitung’, pero no es posible gobernar Alemania contra ‘Bild Zeitung’».

En este caso el enlace une a Lindner con el grupo RTL, la compañía de medios más grande de Europa y cuyo accionista mayoritario es el conglomerado alemán Bertelsmann, con 57 cadenas de televisión y 31 emisoras de radio en diez países. Bremer asistió a la comida de petición de mano en el papel de padre profesional de la novia y bendijo la pareja sin mencionar la dote política, que los contrayentes se esfuerzan por desmentir. «Ya que lo nuestro es público me gustaría insistir en que tengo mis propias posiciones y soy una periodista independiente», ha dicho ella. «No la amo porque tenga mi misma opinión, sino precisamente porque tiene la suya propia», declaró él. La boda es además significativa porque Lindner no se casa con cualquiera. Anteriormente estuvo casado con otra periodista, Dagmar Rosenfel, un matrimonio que terminó en divorcio sin hijos de por medio.

Políticamente hablando, Lindner rechazó a la mismísima Angela Merkel , a la que dejó plantada en el altar de la Cancillería. En noviembre de 2017, después de ganar por cuarta vez consecutiva las elecciones, Merkel inició negociaciones con verdes y liberales, con los que deseaba formar una ‘coalición Jamaica’. Pero Lindner abandonó la mesa de negociación alegando ante la prensa que «no hay avances sino reveses» y que «es mejor no gobernar que gobernar por la vía equivocada, así que ¡adiós!». Hasta que Merkel logró, contra todo pronóstico, rehacer su gran coalición, la estabilidad de Alemania estuvo en un peligroso jaque. El incidente no le pasó factura interna y en 2021 fue nuevamente elegido presidente del FDP con el 93% de los votos.

Christian Wolfang Lindner, al que el 7,2% de los votos obtenidos en las elecciones del pasado 26 de septiembre convirtió en hacedor de reyes, nació el 7 de enero de 1979 en Wuppertal. Después del divorcio de sus padres, creció con su madre en Wermelskirchen. Comenzó a militar en el FDP con solo 16 años. Con 18 montó su primera empresa. Según sus propias declaraciones, la política fue solo un pasatiempo para él hasta que las preocupaciones de los jóvenes en la convención de 1998 se quedaron cortas a sus ojos y decidió postularse para la dirección. Dos años más tarde era elegido miembro del Parlamento regional, el más joven de la historia de Renania del Norte-Westfalia. Mientras tanto fue estudiando Ciencias Políticas, Derecho Constitucional y Filosofía en Bonn, entre 1999 y 2006, culminando con una tesis sobre competencia fiscal y equiparación financiera. Durante sus estudios, trabajó como oficial de reserva en la Fuerza Aérea hasta ser ascendido a teniente, además de ejercer como secretario general del partido regional entre 2004 y 2010. En 2007 llegó a la directiva federal y en 2009 al Bundestag, pero no se hizo con el liderato liberal hasta las elecciones de 2013, cuando una sonora derrota llevó a la dimisión de Philipp Rösler y todo su equipo.

Menos deuda

Lindner tiene ideas fijas: reducir la burocracia, reformar las pensiones con la ayuda de los mercados de capitales y posicionarse como socios en acuerdos comerciales con otras potencias. Insiste en gobernar desde el centro. No es reacio a gastar y está dispuesto a un plan de inversiones en infraestructuras, educación y digitalización . En Europa quiere más coordinación en Defensa, pero rechaza medidas permanentes e indefinidas para la deuda común. «Queremos volver rápidamente a un presupuesto de la UE libre de deudas, rechazamos una unión de la deuda», dice, «en 2020 se decidió una financiación de deuda temporal y única del presupuesto europeo y queremos que este recurso al endeudamiento siga siendo único, como prometió el Gobierno a los ciudadanos, lo contrario no es compatible con los tratados».

Desde Italia y a modo de portavoz de la periferia, Draghi ha sugerido un préstamo conjunto permanente, por ejemplo en forma de eurobonos, al pedir un «nuevo marco para la política fiscal» en la reunión del Consejo de la UE en marzo. Lagarde, desde el BCE, ha insinuado su aquiescencia, pero la prensa alemana habla de Lindner como el ‘perro guardián’ contra estas intenciones. Durante la campaña se ha volcado en la defensa del freno a la deuda y en la promesa de reducir los impuestos. Esta última ya se la ha llevado por delante la coalición ‘semáforo’. Pero la pregunta no es qué sobrevivirá de su campaña en el acuerdo para formar gobierno sino si unos pocos principios rectores nítidos bastarán para pilotar la latente crisis de la globalización, con una Europa todavía dependiente de la política excepcional del BCE y con la economía atenazada por los problemas de suministros.

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