Mustafa Kemal «Atatürk»
Mustafa Kemal «Atatürk»

¿Por qué los turcos celebran hoy el Día de «Atatürk»?

A casi ocho décadas después de su muerte, el fundador de la moderna República de Turquía sigue siendo una figura venerada en el país

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Las banderas gigantes cuelgan de la mayoría de los grandes edificios, en todas las ciudades se celebran eventos conmemorativos, y los canales de televisión incluyen un pequeño logotipo con la cara de Mustafa Kemal «Atatürk», el fundador de la moderna República de Turquía.Cada 19 de mayo, el país festeja por todo lo alto a este personaje histórico, cuyo rostro está omnipresente en los establecimientos e instituciones turcas. ¿Por qué, casi ocho décadas después de su muerte, la sociedad turca sigue venerando a Atatürk?

Mustafa Kemal nació en Salónica, en la actual Grecia, cuando esta aún formaba parte del Imperio Otomano. Tanto el año como el día exacto de su nacimiento son inciertos, aunque según él mismo, debió tener lugar en algún momento de la primavera de 1880 o 1881.

Oficial de carrera, promotor acérrimo de la modernización y el acercamiento a los usos y costumbres europeos, no tardó en convertirse en conspirador contra el Sultán Abdülhamit II, por lo que fue arrestado y posteriormente enviado a la poco envidiable guarnición de Damasco. En 1908 participó en la revolución antimonárquica de los Jóvenes Turcos, y contribuyó a aplastar la contrarrevolución conservadora del año siguiente.

Combatió en la campaña de Libia contra los italianos y en las guerras balcánicas de 1912-1913. Pero fue durante la Primera Guerra Mundial cuando su nombre empezó a ser conocido: jugó un papel fundamental en la decisiva batalla de Galípoli, en los Dardanelos, así como en el Cáucaso, donde logró repeler el avance de las tropas rusas. Ascendido a comandante, luchó en Palestina y Siria, y tras el armisticio, tuvo la amargura de ver cómo los victoriosos ejércitos aliados se repartían el imperio e iniciaban la ocupación del país.

Esto generó la creación de un movimiento nacionalista, lo que acabaría desembocando en el estallido de la Guerra de Independencia. El 19 de mayo de 1919, Mustafa Kemal llegó a Samsun para ponerse al frente de los rebeldes. La firma del Tratado de Sèvres en 1920, que oficializaba la partición del imperio, disparó la popularidad del movimiento, que comenzó a enfrentarse a las tropas invasoras en varios frentes: a los armenios, apoyados por Rusia en el nordeste del país; a la Legión Armenia de Francia, en la región de Maras; y sobre todo, a los ejércitos griegos que avanzaban hacia el norte desde la ciudad mediterránea de Izmir.

Fundación de la República de Turquía

Durante la campaña nacionalista se sucedieron las victorias militares, que culminaron, en 1921, en la batalla del río Sakarya, en Anatolia central, donde, bajo el mando de Mustafa Kemal, se detuvo a los invasores griegos. A partir de ese momento, las tropas turcas pudieron avanzar ininterrumpidamente hasta el Mediterráneo, expulsando a los griegos. El cambio de la situación sobre el terreno permitió la sustitución de Sèvres por el Tratado de Lausana. El 29 de octubre de 1923 se fundó la República de Turquía, con Mustafa Kemal como líder de su nuevo gobierno.

Este aprovechó su popularidad para imponer un ambicioso programa de modernización, que incluyeron la abolición del fez y la vestimenta otomana, la sustitución del alfabeto arábigo por el latino, y la secularización forzosa de la sociedad, así como importantes reformas agrarias e industriales. Abolió el califato y prohibió las cofradías religiosas, y suprimió duramente las identidades periféricas, como la kurda. En 1934, el Parlamento turco le otorgó a Mustafa Kemal el título de «Atatürk», que significa «padre de los turcos».

A raíz de todo ello surgió una nueva ideología, el kemalismo, que combinaba un cierto progresismo social con un profundo nacionalismo turco, y que otorgaba un papel fundamental al estado y al ejército como garantes de los logros republicanos. Tras la muerte de «Atatürk» en 1938, el kemalismo se convirtió en una especie de religión de estado, utilizada por sus sucesores para legitimarse. Los insultos a «Atatürk» están penados por la legislación turca, y hasta fecha muy reciente no ha sido posible discutir las sombras del personaje. Todavía hoy, los críticos se exponen a posibles represalias.

Pero el hecho es que «Atatürk» es una figura muy compleja con cuyos actos puede identificarse casi todo el espectro político del país, desde la izquierda, que saluda su programa reformista y estatalista, hasta una derecha nacionalista que aplaude su supresión de la identidad kurda y su antiimperialismo. Tan solo en los últimos tiempos algunos islamistas más o menos radicales han comenzado a criticar el secularismo impuesto por el régimen republicano, aunque no el gobierno: el AKP de Recep Tayyip Erdogan se ha cuidado mucho de reivindicar al personaje en cada ocasión posible, y son muchos los que creen que al actual presidente turco le gustaría pasar a la historia como «un nuevo Atatürk», que logró transformar el país en pocos años, aunque en un sentido totalmente diferente.

¿Envenenado?

El mes pasado, el diario islamista «Yeni Safak» publicó unos presuntos documentos históricos que «probaban» que «Atatürk» habría sido envenenado por orden de su lugarteniente y sucesor, Ismet Inönü. La polémica apenas duró unas horas, hasta que unos periodistas demostraron que el documento «histórico» utilizaba una tipografía estándar del programa Microsoft Word, por lo que se trataba de una burda falsificación. Pero eso no impidió que muchos turcos considerasen el incidente como una ofensa hacia el personaje que, a sus ojos, salvó a la nación turca de la destrucción a manos de los poderes imperialistas, y puso las bases para la actual prosperidad y fortaleza del país.

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