El primer ministro británico, David Cameron, en un acto de campaña
El primer ministro británico, David Cameron, en un acto de campaña - afp

Cameron asume en privado que no tendrá mayoría, según los liberales

Bronca entre los conservadores y su ex socio de Gobierno, al que tendrán que volver a recurrir para salvar el poder

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A 48 horas para las elecciones británicas, todo el país da por hecho que ni conservadores ni laboristas lograrán la mayoría absoluta de 326 escaños en los Comunes. Lo que es peor: se duda de que alguno de los dos grandes partidos tradicionales pueda alcanzar a esa cifra incluso formando alambicadas coaliciones.

El bipartidismo se difumina. El país va de cabeza a lo que la jerga política inglesa llama «un Parlamento ahorcado», una Cámara convertida en un sudoku irresoluble. Los nervios están a flor de piel y ayer se enzarzaron los conservadores y sus ex socios liberal demócratas. De todas formas, su pelea resulta artificiosa, porque tras la votación del jueves estarán condenados a entenderse otra vez si quieren tocar poder.

La bronca la inicio de buena mañana Lord Scriven, una de las figuras del Partido Liberal Demócrata. Lo hizo fiel al signo de los tiempos, con un tuit: «Cameron ha mentido sobre la mayoría tory. Clegg me contó que Cameron le dijo en privado que no tendría mayoría». Luego Scriven, de 53 años, dueño de una consultora y figura de la política local, añadió que la conversación entre el primer ministro y su vicepresidente databa de hace mes y medio. Los conservadores lo desmintieron: «cien por cien falso». Cameron despejó el balón con un simple «Clegg está cada vez más desesperado». Lord Scriven no se arrugó por los desmentidos y se dedicó a ratificar su tuit por las televisiones: «La gente no es imbécil, sabe que es así».

En realidad no decía nada sorprendente. Nadie le otorga mayoría absoluta a Cameron. Ni de lejos. Tampoco a Miliband, que va por detrás. Por ejemplo, el conservador «The Times» le calcula al Partido Conservador 283 escaños, frente a 261 de los laboristas. Según sus estimaciones, una nueva alianza de tories y liberales se quedaría en 315 escaños. Lejos de los 326 de la mayoría absoluta y también de los 323 que se consideran la cifra mágica mínima para defender una opción de gobierno.

«Cameron necesita 323 escaños y en modo alguno los va a tener y lo sabe. Los tories están soltando un embuste gordo», se despachó Clegg, que tampoco anda muy lozano, pues su partido puede perder casi la mitad de sus apoyos y peligra su propio asiento en Westminster (aunque ayer una encuesta de «The Guardian» aseguraba que se salvará gracias a un repliegue táctico de los conservadores en la circunscripción, pues habrían ordenado a su gente votar a Clegg para hacer viable otra coalición).

Otros venerables observadores concuerdan en que las mayorías pueden ser historia. El brillante historiador liberal Niall Fergson vaticina 284 para las fuerzas de Cameron y 262 para las de Miliband. «Financial Times» los sitúa más cerca: la ventaja conservadora queda en solo 274-270. Son cifras que inquietan al «establishment» británico, porque se abriría la puerta a la hipótesis más temida: Miliband encabezando un gobierno arcoíris muy izquierdista y sostenido por los más de cuarenta escaños del imparable separatista SNP. Nicola Sturgeon, la dama de hierro escocesa, ha vuelto a animar a Miliband a «cerrar con candado la puerta de Downing Street para Cameron».

Podrían estar ya negociando

En los mentideros políticos británicos se cree que aunque se peleen en público, conservadores y liberal demócratas ya están conversando bajo cuerda para intentar reeditar su coalición. Si los conservadores son la fuerza más votada y con más escaños, se prevé que Cameron salga el viernes por la mañana a la puerta del Número 10 de Downing Street reclamando la victoria para su partido, aunque no le salgan las cuentas de la mayoría absoluta ni con los liberales. Su idea sería presentarse al discurso de investidura (el llamado Queen’s Speech) incluso con una coalición en minoría, porque la única alternativa de Miliband para pararlo sería aliarse abiertamente con los separatistas escoceses y votar en su contra. «Tendría que manchar sus manos de sangre”, advierten, muy shakesperianos, los «tories».

La extrema igualdad puede generar un gran barullo reglamentario. Si es el más votado pero no tiene mayoría absoluta, Cameron quiere permanecer en el poder. Pero el «Cabinet Manual», el reglamento que ordena el traspaso de poderes, establece que un primer ministro debe renunciar «cuando no pueda comandar una opción que gane la confianza de los Comunes» o cuando otro partido pueda demostrar que puede conformar una mayoría alternativa.

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