David Cameron, ayer, en un evento deportivo en Yorkshire
David Cameron, ayer, en un evento deportivo en Yorkshire - efe
a dos días de las elecciones británicas

David Cameron fuerza su perfil anti-Europa para frenar al UKIP

Promete que renunciará al Gobierno si no puede convocar un referéndum sobre la Unión Europea

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Los días corren. Las disputadísimas elecciones son ya el jueves y nada parece moverse en el Reino Unido. En el resumen que promedia todos los sondeos, los conservadores continúan con un solo punto de ventaja sobre los laboristas, más rocosos de lo esperado (34%-33%). Para intentar distanciarse, Cameron se ha lanzado en las últimas horas a la caza del voto euroescéptico.

Uno de los problemas de los conservadores se llama UKIP. El partido populista y eurófobo obtuvo en 2010 solo el 2% de los sufragios. Eran una pintoresca anécdota. Pero ganaron las europeas y hoy se les otorga un 14%. Muchos de sus seguidores son tories desencantados, ingleses blancos de pocos ingresos, que rechazan a los extranjeros, cultivan vetustas morriñas imperiales y sienten aversión por Bruselas.

El discurso nacionalista inglés (y cervecero) de Nigel Farage ha abierto una brecha en el acorazado torie. Para intentar taponar la fuga, Cameron paseó ayer por las televisiones su perfil más euroescéptico. Además, reconoció que para que le salgan las cuentas le faltan todavía 23 escaños.

En una entrevista en la BBC, el primer ministro aseguró que no está dispuesto a gobernar si no puede convocar el referéndum sobre la continuidad del Reino Unido en la UE que ha prometido para finales del 2017. El planteamiento de Cameron es negociar una nueva relación con Bruselas, más favorable al Reino Unido, y luego celebrar la consulta. En el fondo no quiere dejar Europa, una posibilidad que preocupa enormemente al mundo de los negocios —el gigante bancario británico HSBC ha amenazado con irse si el país deja la UE— y que sería un pésimo negocio. Pero Cameron sabe que el euroescepticismo ha calado entre mucha parroquia conservadora. Y más con UKIP mordiendo, según volvió a remarcar ayer Farage, con bastante verdad: «Solo se acuerda del referéndum cuando ve a UKIP expandiéndose como una gran erupción púrpura por todo el país» (el violeta es el color del partido populista).

Últimas maniobras

Cameron, que expresó su confianza en «poder lograr en cuatro días los 23 escaños que faltan», tendrá que reeditar para gobernar su alianza con los liberal demócratas. La formación de Clegg es la más europeísta de Westminster. Pero ayer su líder ya reconoció que podría aceptar una nueva coalición incluso si Cameron se empecina en el referéndum. La vida de los partidos bisagra es así.

Por su parte Ed Miliband es también europeísta, pero ayer se centró más bien en su gran promesa para captar voto joven: bajar las matrículas universitarias de 12.500 a 8.300 euros al año. Además dijo que si gana y no lo cumple no se presentará a un segundo mandato. Todo un puyazo a Clegg, que arruinó su prestigio cuando aceptó la subida de las matrículas por parte de los tories tras haber sido un enardecido opositor a tal medida.

En la BBC, el director de política de la cadena, Nick Robinson, apretó a Cameron sobre los riesgos de dejar Europa:

-Si usted no logra el acuerdo más favorable con Europa y vamos a referéndum ¿Cuál es el Plan B para Gran Bretaña?

-Yo confío en conseguir ese acuerdo.

-¿Cuál es el Plan B?

-Bueno, ya he demostrado cosas. La gente decía: «Tú nunca reduces el presupuesto de la UE» y lo corté. Decían que nunca vetaría un tratado, y lo hice. La gente me conoce, sabe que soy duro negociando en Europa.

-Ya, ¿pero cuál es el Plan B?

-El Plan B es convocar un referéndum y dejar que la gente escoja.

-El Plan B es que usted no sabe.

-Sí, sí que sé.

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