El hundimiento de los socialistas

Estas elecciones han sido también las del hundimiento de unos socialistas, que han acudido a las urnas divididos, debilitados y cada vez más desacreditados. El histórico partido socialista heleno Pasok obtuvo tan solo un 4,8% de los votos, según las primeras proyecciones oficiales. Tampoco en las anteriores elecciones le fue muy bien, pero al menos tuvo un 12,2% y consiguió mantenerse como tercera fuerza política en el Parlamento. Esta vez es la sexta fuerza y se convierte casi en un partido irrelevante.

Poco antes de estas históricas elecciones, el ex primer ministro, George Papandreu, rompió con el Pasok y creó su propia formación. Con nulo éxito, ya que ni siquiera ha conseguido entrar en el legislativo. Obtuvo tan solo un 2,5 por ciento de los votos.

Debilitó a sus antiguos compañeros del Pasok y no consiguió nada a cambio. Soñó con convertirse en fuerza bisagra, en arrancar un buen puñado de votos a la extrema izquierda de Syriza. Pero su programa, basado en someter a referéndum las reformas de la «troika» -una vieja matraca del ex primer ministro- no ha seducido a los electores.

Syriza ha logrado así monopolizar el espacio político de la izquierda, tras dejar también fuera del Parlamento a los verdes y a la izquierda moderada liderada por Fotis Kuvelis.

El Pasok ya había quedado muy debilitado por la corrupción en sus filas. La gestión política en tiempos de crisis fue totalmente ineficaz. Actuó con responsabilidad de estado cuando apoyó a los conservadores para evitar la quiebra del país. Pero este respaldo a un gobierno obligado a ejecutar medidas muy impopulares fue la puntilla.