Dónde comer unas buenas patatas bravas en Cádiz

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La gastronomía española se podría representar, simplificando mucho, con varias recetas como la paella valenciana o la tortilla de patatas. Pero cuando hablamos de tapas, no puede faltar la más rebelde y resistente de las barras de bar: la patata brava. Mejor, en plural. Es una receta sencilla que se presta a muchas interpretaciones, desde si añadir ajo o no a la mahonesa, hasta hacer la salsa a modo de espuma y servir la patata con un corte distinto, con forma novedosa. Lo imprescindible, en cualquier caso, es el picante de la guindilla en la salsa de tomate que le da sentido a su nombre. Sine qua non. Es una tapa recurrente en los bares por su precio y por su rapidez de preparación.

Hay tantas patatas bravas como bares las sirven. Hay para todos: los que las prefieran con piel o sin ella, para los que no quieren que pique mucho, o los más puristas. Estos son algunas de los bares y restaurantes de Cádiz donde recomendamos probar las patatas bravas.

A plomo (Cádiz)

En este caso, las últimas (en llegar) serán las primeras (de la lista) por ser las mejores para nosotros. El toque ácido que le da el tomate seco con el que preparan la salsa picante es su mejor característica. Si le unimos unas patatas con un frito crujiente y una buena cantidad de salsa, el resultado es querer repetir de forma ligeramente compulsiva.

Puerto Escondido (El Puerto)

Una versión especial con toques peruanos que no deja indiferente. Además de las patatas, lleva camote (o boniato), zanahoria y yuca, y salsa tomatoli-picante. La textura y dureza de cada vegetal es distinta, y su sabor también. No se encuentran otras igual, al menos, en la provincia. Absolutamente originales, distintas y deliciosas.

La Marmita (Cádiz)

Una salsa de tomate casera de color suave y una mahonesa recubren estas patatas cortadas en gajos que conservan la piel, que en algunos lugares quitan. Su textura es uno de los grandes placeres de comer patatas fritas, así que todas las patatas con piel son dignas de ser aplaudidas. La materia prima, tan cuidada y seleccionada como todo lo que sirve esta casa. Puede que sean de las más auténticas –por fieles a la receta original– que se ofrecen en la provincia.

Arsenio Manila (Cádiz)

Las patatas al estilo Manila 1969 son un comodín de todos los establecimientos del mismo grupo. Su nombre supone un homenaje al primer establecimiento que tuvo el pionero de la cadena. De nuevo unas patatas con piel, con un corte medio y dos salsas que sirven abundantemente por encima. El gusto al comerlas se multiplica si se hace en verano, en su terraza, y con una cerveza bien fría.

La Divina (El Bosque)

Para darle un toque más serrano a esta tradicional receta, en La Divina añaden nada menos que carne de chorizo y un huevo. Sabor y contundencia. Una fórmula que no puede salir mal, como se demuestra en los huevos fritos con patatas fritas y chorizo. No formará nunca parte de una dieta de adelgazamiento, pero sí de disfrute y hedonismo.

La Curiosidad de Mauro Barreiro (Cádiz)

En uno de los establecimientos donde se cocinan los platos más innovadores de la capital, no falta esta tapa, a la que llaman ‘Nuestras patatas bravas’. A pesar de ello, preparan una versión muy tradicional, con sus salsas de rigor, y la patata en gajos, conservando la piel, que queda muy crujiente y jugosa a la vez. Son un habitual en la oferta gastronómica de Barreiro desde que abrió en Puerto Real. La presentación, como es habitual en La Curiosidad, siempre sorprende.

La Candela (Cádiz)

Los sabores especiados de la cocina de La Candela también se sienten en sus patatas bravas. El apego de este local por fusionar sabores asiáticos y provinciales se nota hasta en las tapas –teóricamente– más sencillas y tradicionales. Tienen un suave toque particular. En gajos, con piel y sus dos salsas de rigor, la mahonesa y la de tomate picante. Son el entrante ideal para abrir boca antes de cualquiera de los platos de este concurrido local de la calle Feduchy.

BarraSiete (Cádiz)

Las patatas bravas de Barrasiete tienen su sello propio. Es una interpretación que realizó Sergi Arola donde las patatas no tienen forma de patata, y la salsa picante y la mahonesa, se fusionan en una sola. Tienen una presentación muy original donde cada porción de patata se puede comer de un solo bocado. Tiene un sabor sutil, que hace las delicias de los más delicados. Para los que no gustan de los picantes extremos son una opción ideal. Muy medidas y pensadas, de una suavidad deliciosa.

La Baska (San Fernando)

El restaurante de cocina vasco-andaluza apuesta también por esta tapa de patatas, con sólo una salsa, la de tomate. Se presentan en un cartucho hecho con papel que simula un periódico, y la salsa por encima. Para probar otro concepto de patatas fritas, también sirven unas llamadas deluxe, hechas con barbacoa japonesa que –aunque no son bravas– siguen la misma línea.

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