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La Buena VidaPasión, sorpresa y placer

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La entrada a la urbanización de Vistahermosa, en un rinconcito de nuestro Puerto de Santa María, lleva a un pequeño local con bonita decoración que no pasa desapercibido. Un cierto aire reciclado, bohemio y cálido, a través de la luz tenue de unas cuantas velas nos invita al sosiego y la calma. Estamos en La Buena Vida, gastrobar de pared de pizarra al estilo de los grandes de Madrid o Barcelona, donde se rotulan, de modo desenfadado, esos platos de la carta y aquellos que fuera de ella suelen apasionarme por su sorpresa y espontaneidad. Los vinos y combinados también están escritos allí, a trazo grueso, como los encerados de los humildes maestros de pueblo que invitan a la curiosidad.

Ya eso me cautiva.

Yo que nunca he sido amante de las cartas pues las considero un examen de conciencia para el comensal. Decidir lo oportuno, lo mejor, lo que realmente te apetece, a veces es un incordio, una impertinencia, una tensión inesperada que puede marcar toda la comida. Decidir casi siempre es apostar por algo que ya empieza a ser tuyo incluso antes de que llegue a la mesa. Eso predispone, engaña y distorsiona.

Me gusta que me den de comer sin preguntar, que alguien con más criterio decida por mí, maride por mí, arriesgue por mí. Ese plano de falta de voluntad y de predisposición a probar de todo te hace libre.

La Buena Vida presenta un equipo de camareros que son capaces de hacer todo esto y transmitir con un dominio exquisito la comanda incluso sobre nuestros gustos y apetencias. Y si además, detrás de los fogones hay un cocinero que es capaz de comunicar elegancia, frescura y pasión en cada plato, la combinación se convierte en perfecta. David de Melo tiene una capacidad innata para aplicar una cocina llena de matices y toques exóticos (orientales y sudamericanos) a los grandes productos de nuestra tierra: el atún rojo, la carne retinta, los quesos de la Sierra… Respetando y exaltando por encima de todo la materia prima.

El arroz moruno con pollo y setas resultó un verdadero paseo de sabor e intensidad que evoca de forma original las especias de nuestros pinchitos de toda la vida, el pulpo frito con alioli negro se convierte en una combinación exquisita de texturas y sensaciones untuosas. El tartar de atún rojo es sencillamente soberbio en su justa acidez aderezada con un fondo balsámico muy fresco.

Y para terminar, algo que no os podéis perder, la hamburguesa La Buena Vida, un auténtico manjar elaborado con carne de retinto, una cobertura de varias salsas y un pan de semillas espectacular. Sorprende el sabor, la jugosidad y la compactación de la hamburguesa, un verdadero bombón de carne bien aderezado que explota en cada bocado.

David perfecciona y combina muy bien las salsas, haciéndolas equilibradas en sabor para que no enmascaren la esencia de las materias principales, dando ese punto de frescura fundamental a los platos.

Los vinos tendrán que mejorarlos y adaptarlos a su cocina, quizás apostando por buenos caldos de la tierra (que los tenemos) y referencias menos conocidas. Una vez más echo de menos en nuestra oferta gastronómica que te puedan servir todos los títulos de la carta por copas. Y como postre, una tarta de queso curado que combiné con un sorbete de mandarina muy original. Quizás en esta materia tengan mucho que aportar todavía.

Cierto es que es este tipo de negocios se ha convertido en un modelo para el disfrute de los sentidos, un pequeño espectáculo que servirá para entender mejor «la buena vida».

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