Cinco «padrazos» muy animales
Mono tití gris de Bolivia - AFP

Cinco «padrazos» muy animales

Los machos de algunas especies brindan protección, oxígeno y alimento a sus crías antes y después de su nacimiento

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Los machos de algunas especies brindan protección, oxígeno y alimento a sus crías antes y después de su nacimiento

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  1. Mono tití

    Mono tití gris de Bolivia
    Mono tití gris de Bolivia - AFP

    El mono tití es un padrazo. En el medio silvestre, los machos se ocupan de cargar a sus espaldas a las crías, excepto cuando las madres tienen que oucparse de su acicalamiento y alimentación. Tras la gestación y el parto, las hembras quedan tan exhaustas que solo buscan recuperarse cuanto antes; por ello, solo toleran a sus vástagos durante los cortos periodos de interacción antes mencionados. De hecho, el estrecho vínculo que se crea entre padres e hijos es tan fuerte que los etólogos han documentado que el nivel de estrés de los pequeños es mayor cuando se separan de los machos que de sus progenitores, explican desde el Centro de Investigación de Primates de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos).

    Los monos tití viven en los bosques tropicales de Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, sobre todo en la región del Amazonas. Habitan en las partes más altas de los árboles y les gusta hacer sus nidos en los bordes de las ramas, donde no pueden llegar sus depredadores, apuntan desde el blog del Zoo de Madrid.

    Su dieta se basa en frutas, insectos, hojas y en ocasiones pequeños reptiles. También, gracias a que son muy pacientes y poseen unos afilados dientes, muerden la corteza de los árboles para tomar su savia como fuente de nutrición (un proceso que puede llevarles varias horas al día).

    Los monos tití son muy expresivos: transmiten sus emociones con movimientos de orejas, labios y párpados. Para comunicarse entre ellos hacen chasquidos, gritan con fuerza y usan sus llamadas vocales para advertir el peligro o fomentar el apareamiento.

    La desaparición de bosques y el tráfico ilegal están provocando que las poblaciones de esta especie se vean seriamente reducidas.

  2. Caballito de mar

    Caballito de mar
    Caballito de mar - OCEANA

    Los caballitos de mar viven en parejas y cuando se reproducen la hembra deposita sus huevos en la bolsa ventral de los machos, donde nacen las crías, de cuyo cuidado (hasta que estén preparadas para vivir de manera independiente) se encarga también ellos.

    El caballito de mar común (Hippocampus kuda), por ejemplo, tiene un hocico prominente y un cuerpo envuelto en anillos óseos. Alcanza una longitud de 30 centímetros, aunque parece más corto porque enrolla la cola (rizada y prensil). Su color varía y presenta pequeñas protuberancias en las esquinas de las placas óseas, detalla en una ficha la Asociación Mundial de Zoos y Aquariums.

    Los caballitos de mar común, por lo general, ocupan ambientes protegidos como bahías y estuarios, pero a veces se pueden encontrar en los arrecifes exteriores hasta profundidades de 30 metros. Las praderas marinas o algas les proporcionan su hábitat preferido; allí hallan sin problemas a los pequeños invertebrados (como los camarones) de los que se alimentan.

  3. Pingüino emperador

    Pingüino emperador
    Pingüino emperador - EPA

    Una vez puesto el huevo, la hembra de pingüino emperador se lo deja a buen recaudo al padre para que lo empolle en su bolsa incubadora mientras ella sale al mar a alimentarse. Al cabo de unos sesenta y cinco días regresa, tras haber recorrido hasta 150 kilómetros caminando con paso bamboleante o deslizándose sobre el vientre por el hielo, explican desde el Parque Temático de la Naturaleza Faunia.

    Los pingüinos emperador establecen sus colonias de nidificación a comienzos de mayo-junio, antes de la llegada del crudo invierno antártico (cuando las noches pueden durar hasta 20 horas). Cada pareja busca un lugar donde depositar su único huevo, pero no habilitan un nido o llevan a cabo alguna otra preparación especial. La hembra traspasa de inmediato el huevo al macho, que lo coloca sobre sus patas para evitar que éste entre en contacto con el frío suelo. Y lo tapa por completo con las plumas de su abdomen. Debido al rigor de la época de crianza el padre llega a perder hasta la mitad de su peso. Además, si la madre no regresa a tiempo, el macho ha de regurgitar una secreción blanca para alimentar al polluelo. Para evitar el gasto de energía los machos pasan la mayor parte del día durmiendo, explican desde una organización ornitológica de Chile.

    El emperador es la especie más grande de pingüino. Alcanza los 1,2 metros de longitud y un peso medio de 30 kilos.

    Su distribución es circumpolar: solo se le ve fuera de las aguas antárticas en ocasiones. Algunos llegan hasta América del Sur (Argentina y Chile), hasta Nueva Zelanda y otras islas oceánicas de los mares del Sur.

    Los adultos son víctimas de los leones marinos y los petreles gigantes atacan a los pichones.

  4. Emú

    Emú
    Emú - ABC

    El macho de emú es el responsable de incubar (durante unos 56 días) los huevos y cuidar de los pichones. La nidada llega a tener de cinco a veinte huevos en total. Cuando nacen los pichones son acompañados por el padre durante unos seis meses.

    El emú (Dromaius novaehollandiae) es una de las aves más extendidas en Australia. Su plumaje es gris, al igual que la cabeza y sus largas patas. Aunque la piel del cuello es ligeramente azulada. Es una de las aves de mayor tamaño: alcanza los 1,75 metros y los 60 kilos de peso. Solo supera esta altura el avestruz.

    Su alimentación se compone de semillas, frutas, flores e insectos que encuentra en los bosque templados y boreales de Oceanía.

    El emú está extinguido en Tasmania, pero en la Australia continental se han beneficiado de agricultura de cereales y constituyen una grave plaga en algunas zonas, explican desde el Zoo Aquarium de Madrid.

  5. Chinche acuática gigante

    Chinche acuática gigante
    Chinche acuática gigante - Shin-ya Oba

    El picotazo más doloroso que puede inflingirte un insecto o arácnido solo puede provenir del estilete que forman las piezas bucales de la chinche acuática gigante, que, además, debido a su tamaño, inyecta una cantidad considerable de veneno en el tejido muscular. Pero no se lo tengas en cuenta: un padre haría cualquier cosa por defender a sus hijos. De hecho, las hembras de esta especie depositan su cerca de 100 huevos sobre la espalda del macho. Sin el cuidado del padre, los minúsculos huevos no podrían sobrevivir debido a que el agua estancada de los charcos donde viven es pobre en oxígeno. Para evitarlo, el macho se sube a una roca situada justo por debajo de la superficie del agua, flexionando y extiendiendo sus patas traseras para mantener un flujo constante de agua sobre los huevos (brindándoles el oxígeno suficiente).

    La chinche acuática gigante es carnívora y depende de su velocidad, agilidad y mordedura venenosa para atrapar a sus presas, por lo que los huevos constituyen una «molesta» carga: impiden que los machos puedan alimentarse de forma adecuada y les convierte, al mismo tiempo, en fáciles objetivos de los depredadores. De hecho, al final de la temporada de reproducción siempre se cuentan más hembras que machos.

    La protección de los huevos, pues, implica tenacidad y acarrea un riesgo. Por ello, los machos de chinche acuática gigante interrumpen a la hembra cada vez que ésta pone un huevo sobre su espalda (para poder aparearse de nuevo). Solo así se aseguran de que cargan con su «legítima» descendencia, detallan desde la universidades de Kentucky y Washington (Estados Unidos).

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