Manuel Benítez, enfrentado a su familia y privado de su gran fortuna

Una discusión con su esposa desató el vendaval que ha roto su matrimonio. Ahora sus hijos no le hablan

Córdoba Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sentado en un frondoso y céntrico parque de Córdoba, casi a oscuras, habitual en sus paseos matutinos, solo y agitado en un frío banco, Manuel Benítez «El Cordobés» llama por teléfono a uno de sus hombres de confianza. Siempre está para un roto o un descosido. Como si la figura del mozo de espadas hubiera traspasado la escena taurina hasta el paisaje doméstico de cada día. « ¡Recógeme, me he ido de casa!», espeta en el silencio de la noche, a eso de las 23.00 horas. En las postrimerías de febrero. En unos treinta minutos, su «sombra» aparece con la cara de témpano y acompaña a Benítez a un hotel. Su destino en los siguientes días hasta que recale en una finca de Olivenza (Badajoz), propiedad de una familia amiga del torero.

Antes, las horas justas en el hotel para que su amigo compre mudas suficientes y el cepillo de dientes para una huida que parece sin retorno.

Minutos antes, en su domicilio de la capital cordobesa (un dúplex), El Cordobés y su esposa, Martina Fraysse, mantienen una fuerte discusión. Hay temperamento casi por igual en ambos cónyuges. «Tengo mucha burbuja, como el champán», explicaba Martina a la edición cordobesa de ABC en la única entrevista concedida en las últimas décadas a un medio, allá por noviembre de 2009. Ahora parece que el corcho ha estallado con toda la efervescencia posible. Benítez coge la puerta y se marcha en pleno estruendo. Rompe la tensión en su punto álgido, como tantas veces desplantó la cara de su adversario en el albero sin más reparo que un lento y desafiante paseo hacia las tablas de espaldas.

Un legado en juego

Cuenta el entorno del V Califa del Toreo a ABC que en esa discusión, el principio de unas semanas convertidas en un doloroso calvario hasta desembocar en la separación de la que ha sido su esposa durante cuatro décadas, la demanda de Manuel Díaz para obtener la paternidad del diestro de Palma del Río estuvo muy presente. Así como otro asunto redundante y del que Benítez lleva tiempo sin fiarse, o por lo menos así se lo transmite a su entorno más próximo: la reconfiguración de su cartera patrimonial y societaria, fruto de una veintena de temporadas y su posterior gestión que lo encumbraron como un ciclón taurino y un personaje irrepetible y a escala mundial. Su herencia, a fin de cuentas. Su legado.

El siguiente destino de El Cordobés es la finca pacense, donde l e recibe una familia ganadera amiga. Allí ha pasado más de cuatro semanas (y aún sigue). Alejado de un ruido mediático que va cogiendo decibelios a medida que la demanda de paternidad de Manuel Díaz trasciende y el proceso judicial avanza. Ayer mismo se hicieron ambos un análisis en Córdoba para fijar su ADN por orden judicial. Manuel Benítez conoce desde primeros de año el paso dado por quien dice ser su hijo, amparado en unas pruebas de ADN que un detective toma de El Cordobés en una servilleta (ayer, y tras una orden judicial emitida esta semana, ambos se sometieron a dicho test). Este periódico ha podido saber que Martina Fraysse llega a viajar hasta Olivenza, con la idea, según las fuentes consultadas, de que sería una bronca transitoria y todo va a volver a la normalidad. «Hay una parte de rutina en torno a nosotros [Manuel tiene hoy 80 años; su esposa, 70] y hemos tenido crisis. No somos extraterrestres. Pero para mí Manuel conserva los rasgos fundamentales del hombre que me enamoró», contaba Martina, de ascendencia vascofrancesa, en la entrevista con ABC.

El intento es en balde, y la todavía mujer de Benítez regresa a Córdoba, donde desde hace unos años lleva el timón del entramado empresarial de la familia, junto con cuatro de sus cinco hijos, y en unas oficinas a escasos metros de su hogar.

Sin acceso a sus cuentas

Hace una semana, Manuel quiere volver a Córdoba porque es el cumpleaños de su hija mayor, Maribel, pero no está dispuesto a celebrarlo en su hogar. No ha parado de recibir llamadas de sus allegados ofreciendo una ayuda que rechaza. No queda con nadie, aunque a todos los consultados por este periódico les causa la misma sensación de estar viviendo sus horas más bajas. Ninguno de sus hijos ha contactado con él desde aquella gélida noche en que al raso cogió su hatillo. Está muy dolido por ello. Aún le espera el penúltimo contratiempo. En otro viaje desde Olivenza a Córdoba para sacar dinero de su entidad, a Benítez le comunican que no puede hacerlo sin la firma autorizada de su esposa. Las burbujas vuelven a estallar. La separación está aquí.

Ver los comentarios