Quique Sánchez Flores, hijo de Carmen Flores y entrenador del Getafe
Quique Sánchez Flores, hijo de Carmen Flores y entrenador del Getafe - miguel angel acero

Quique Sánchez Flores: «Mi madre dice que no canto mal»

El entrenador del Getafe, sobrino de Lola Flores, muestra su cara extradeportiva

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Tras pasar por los banquillos de Getafe, Valencia, Benfica, Atlético y Al-Ahli, Quique Sánchez Flores ha afrontado un nuevo reto: regresar como entrenador del equipo azulón, con el objetivo de asegurar la permanencia. En la semana en que ha alcanzado los quinientos partidos en Primera división -unidos a los trescientos como futbolista-, ABC habla con el «míster» más cool de los terrenos de juego.

- Está de moda volver: Pepe Mel, Torres, usted... ¡Parece que las segundas partes no son solo para el Quijote!

Esta profesión te guía por diferentes sitios. En mi caso, después de tres años lejos de mi país quería regresar lo más cerca posible de casa. En el Getafe, además, hay gente que conozco y que quiero.

Me pareció la mejor opción.

- ¿Se imaginaba de niño siendo otra cosa que no fuera futbolista... O la influencia de su padre era demasiado alargada?

Nunca quise ser otra cosa. Solo imaginaba mi vida dentro del mundo del fútbol. De niño montaba mis campitos de futbol en la puerta de mi casa, en la calle Povedilla, para jugar con las chapas. Como mi terreno de juego estaba atravesado era una incomodidad pasarlo... Y un día, mi madre salió a recibir a mi tía Lola (Flores) y le dijo: «¡Hay que ver este chiquillo que no nos deja ni pasar! Siempre igual, con su fútbol». Y mi tía, saltando por encima del campo le dijo: «Déjalo, Carmen, que cuando el niño lo hace será por algo!». Y mira. Mi tía tenía razón...(risas).

- ¡Su tía siempre la tenía!

(Risas) Pues sí: era fútbol a todas horas. Leía periódicos deportivos, me acostaba con la radio debajo de la almohada...

- No sea coqueto: sería un transistor.

Eso, eso (risas). Es verdad.

- Hablando de coquetería, sabrá que le llaman el dandy de los banquillos.

No me lo creo... Y, la verdad, tampoco me preocupa ni le presto demasiada atención. Se escapa a nuestro control lo que los demás piensan de nosotros.

- Hay bloggers que analizan su estilo: sus grises, negros y marinos; las camisas blancas y azules Oxford, los jeréis con cuello de pico... ¡No les desilusione!

¿En serio? Pero si no hay nada premeditado. Sólo tengo tres o cuatro prendas para los banquillos, que son siempre las mismas. Ropa muy simple, por una cuestión de utilidad. Si tengo que pensar todo lo que me dices, sería horrible.

- Sí, porque se suda mucho... Mire Camacho...

Es que se suda. Aunque es cierto que, con la experiencia, lo encaras de forma distinta; tienes menos tensión. Los años no sirven únicamente para que te salgan canas.

- En el fondo, de lo que están hablando unos y otros es de un toque de elegancia natural...

Bueno... Tal vez de mi conducta, de la forma educada y correcta con la que intento expresarme.... No sé. En cualquier caso, nunca me he parado a pensarlo.

- Ya de lateral derecho era usted elegante.

Digamos que me gustaba jugar al fútbol y lo disfrutaba. Tenía cultura de tratar bien la pelota. Está el fubolista agresivo y el que tiene más feeling con el balón. Dejémoslo en que era «fino».

- Si yo trabajara en una firma de perfumes, le llamaría para un anuncio.

Estoy muy apartado de eso. Lo hice hace 25 años, cuando fui al Mundial de Italia con la selección... Y la experiencia no me dejó tan emocionado como para repetirla. La notoriedad me interesa poco.

-Tengo que preguntárselo: ¿sabe bailar, cantar o tocar el cajón? (si me dice que no, yo me revisaría el ADN Flores).

Bueno, viniendo de la familia que vengo, en fin... Todos saben hacer de casi todo en el mundo del arte. Yo... digamos que bailo algo, toco las palmas y mi madre dice que no canto mal. Es más, dice que lo hago bien, pero yo lo pondría en cuarentena. Di que no desentono, y punto. En ese terreno, tira más la genética de mi padre (el futbolista Isidro Sánchez).

- Tiene cuatro hijos: igual se le reparten dos a dos entre el balón y el flamenco.

Todos podrían hacer de casi todo. Los chicos sí juegan y la niña, interpreta, canta... Pero también estudia mucho.

- ¡Como los hijos de sus primos! Le digo yo que los Flores «tiran al monte» del arte...

Lo importante es que se formen, que se expresen y que hagan lo que tengan que hacer. El tiempo dirá.

-Volviendo al fútbol: su padrino fue Di Stéfano. ¿Qué poso le dejó la figura de don Alfredo?

¡Uf! Le tuve admiración en todos los ámbitos: como padrino, como entrenador... Siento profundamente su pérdida, pero guardo para mí lo que me transmitió tanto a nivel deportivo como a nivel personal.

-Cada entrenador tiene sus costumbres, sus manías y métodos... ¿Cuáles son los suyos?

Mi «tic» es la sensibilidad. Liderar un grupo no es solo táctica; hay que buscar la fibra. Desde luego hay que tener las reglas claras, pero prefiero que pongan el corazón antes que la cabeza.

- Me han dicho que es un gran lector... ¿Qué libros tiene pendientes?

Hubo un tiempo en que devoraba la literatura suramericana: García Márquez, Benedetti... Pero también era un gran lector de artículos; adoraba a Paco Umbral. Ahora tengo menos tiempo, pero en la mesilla de noche está «Once anillos» de Phil Jackson

-Y de música, ¿es más de Vetusta Morla o de Rosendo?

Disfruto mucho con la música. La escucho y la regalo. No soy demasiado rockero, digamos que me gusta más el pop. Pero también la música clásica, las bandas sonoras y el flamenco.

-¡Y eso que no sabe tocar el cajón!

(Ríe) Es bien difícil.

-Y cocinar, ¿tampoco sabe?

Me gusta la comida, incluso he llegado a viajar por conocer alguna gastronomía en concreto... Pero soy cero cocinillas.

- ¡Ahí pierde enteros como marido!

Pues tampoco sé arreglar enchufes ni poner pladur... Soy una nulidad. ¡Es que estoy muy poco en casa!

-En política hay un relevo generacional: ¿le gustan los nuevos «místeres» de las formaciones?

Está bien que cambien los rostros, pero también deberían cambiar las ideas. Que los partidos menores empujen a los mayores para que se produzca algún cambio porque la sociedad está haciendo un esfuerzo titánico.

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