La sin rival Arca de Noé, la mercería centenaria que sobrevivió al tiempo y la Guerra Civil

El longevo comercio se mantiene con el paso de los años apostando por una atención cercana a los clientes

El edifio fue reconstruído en 1967 BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Muchas horas de trabajo y dedicación están por detrás de la historia de más de cien años de la tienda Arca de Noé . Hernán Cortés Moro compró en 1908 un local en la calle López de Hoyos (hoy el número 134) y sus existencias, en donde comenzó vendiendo múltiples géneros ya que era a la vez droguería, ferretería, mercería y zapatería. Hoy el negocio sigue estando en manos de su familia: su nieto José Luis Cortés Cerezo , ya jubilado, es el dueño de la tienda en la que trabajan sus hijos David y Patricia, cuarta generación de la familia.

Hernán, natural de Villalón de Campos (Valladolid), llegó muy jovencito a Madrid, con apenas 10-12 años, acompañado de uno de sus hermanos mayores «y a base de trabajo y ahorro hicieron capital y lograron instalarse en un local propio en la calle Toledo, justo al lado de El Botijo », cuenta a ABC José Luis Cortés. De allí pasaron a la Corredera Baja y por aquellos años, «vendían distintos productos, entre ellos lonas, camisetas interiores. Sé que también le compraban mercancía que luego se vendía en el rastro», puntualiza.

Después de esta primera aventura como comerciante llegó a la calle López de Hoyos, ya viudo, con sus hijos José y Mercedes. «En el fondo del almacén había una puerta que decía estanco, por lo que creemos que en algún momento el local fue un estanco», relata José Luis. Durante muchos años el negocio estuvo registrado como “La sin rival Arca de Noé” . Tenía una fachada de cinco metros, en la planta baja estaba la tienda y arriba la vivienda. «Cuando el abuelo llegó aquí el barrio era muy limitado, ha evolucionado mucho», añade el actual propietario. Hernán fue un hombre alto, de buen ver y muy trabajador, que volvió a casarse aunque toda su nueva descendencia murió en los primeros años de vida. Por lo que sus únicos herederos fueron José y Mercede s, de su primer matrimonio. José estudió el bachillerato en el colegio de San Isidro «y se quedó en la tienda con su padre mientras que mi tía comenzó a ayudar después de la guerra». Precisamente durante el conflicto bélico «la tienda se quedó vacía». José Cortés fue reclutado como topógrafo «y siempre estuvo muy orgulloso de no haber cogido un fusil ni haber disparado a nadie».

Los años de la Guerra Civil

José Luis nació en 1934 y recuerda que su abuelo, a pesar de la edad, siguió trabajando después de la Guerra Civil porque se quedó en la ruina. Por entonces «con lo que se recaudaba unos días se compraba más género». Fueron los años de la cartilla de racionamiento y en El Arca de Noé, con muy buena fama, «nunca se cobró más de lo que costaba. Todo fue a precio legal, que venía etiquetado». A su padre José le dio un infarto y él estudió Comercio quedándose en la tienda desde muy jovencito para ayudar a su progenitor. Por entonces también echaban una mano su tía y su madre. «Vivíamos al lado, en una casa con jardín , y la tienda tenía un gran almacén », recuerda José Luis.

En la tienda se encuentran una gran variedad revistas de punto BELÉN RODRIGO

Eran muchos los artículos que se vendían por aquella época, como curtidos (que compraban a Villaverde ), cáñamo para coser, tejidos, sombreros, droguería. En los años 50 y 60 introdujeron muchos artículos para niños , «fuimos evolucionando y ampliando». Después, dejaron de vender cosas de ferretería porque «estaba Sirera» y de droguería porque «estaba el Segoviano». Por entonces, « nos respetábamos mucho, además éramos amigo s, todos habíamos crecido en el barrio y os ayudábamos», subraya José Luis Cortés. Llegaban sobre todo clientes de Hortaleza y Ciudad Lineal , además de los que estaban alrededor. Se fueron especializando en moda infantil (fueron los primeros en tener la marca Mayoral), lencería y ropa interior para señores. Fueron años de esplendor del comercio. «Siempre hemos trabajado con los mejores y con buenos precios, respetado el margen de 33,75% como tope».

El edificio de rehizo en 1967 y cuando falleció José Cortés su mujer se quedó como titular y José Luis como regente. Fue al morir su progenitora, Luisa Cerezo, que sus hermanos no quisieron seguir con el negocio y dividieron el espacio en tres locales. «A mí me tocó en el medio pero como mis hermanos querían alquilar me quedé con uno de los espacios en un lado”, cuenta el actual dueño.

José Luis, a quien mucha gente del barrio le sigue llamando «Pepito» , a sus 83 años, pretende continuar con el difícil trabajo de sus antepasados. «Mi abuelo fue el fundador y mi padre quien hizo el dinero levantando todo esto tras la guerra con apenas 300 euros. Y yo me he limitado a conservarlo », puntualiza. El espacio es mucho más reducido que en los orígenes pero intentan tener el mayor número posible de artículos, especialmente de ropa interior, niños y mercería sin olvidar lanas para labores y revistas de punto. Y lo que no cambia es que en esta casa sigue primando la simpatía y el buen trato.

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