Cristina Fernández-Armesto con una de sus vacas
Cristina Fernández-Armesto con una de sus vacas - CEDIDA
LAS MIL GALICIAS | LA TIERRA QUE RESISTE (III)

La pasión de Felipe y Victoria que sus nietos consiguieron hacer rentable

No sin pocos esfuerzos, Casa Grande de Xanceda ha logrado convertirse en el segundo productor ecológico de España. Había que hacer sostenible la granja familiar, darle un vuelco total a la ganadería y «salvarla de un cierre inminente»

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En una casona del siglo XVIII del pueblo de Xanceda (La Coruña), en el corazón de la Galicia rural, Felipe y Victoria soñaron su jubilación dorada. Tras años en el extranjero, el periodista y la política decidieron volver a su tierra natal. Corrían los años 60 y 30 vacas frisonas traídas en barco directamente desde Canadá, «convencidos de que eran las mejores», serían el germen de lo que es hoy Casa Grande de Xanceda.

El relevo generacional llegaría de la mano de sus nietos en 2002, quienes no tardaron mucho en darse cuenta de que la gran pasión de sus abuelos de tener una ganadería láctea era de todo menos rentable. «A punto estuvimos de plantar árboles», cuenta a ABC Cristina Fernández-Armesto, una de sus cofundadoras.

Había que hacer sostenible la granja familiar, darle un vuelco completo a la ganadería y «salvarla de un cierre inminente». Es entonces cuando surge la idea convertirse en «ecológico». Todo un acierto teniendo en cuenta que hoy son los segundos productores de España y que Cristina atribuye a Guillermo, uno de los socios de la compañía al que define como «veterinario de profesión y ecologista de vocación». Dos años de investigación, un proyecto de 400 páginas y no pocos trámites burocráticos después hicieron posible que unos productores se convirtieran en industria. «Había que cerrar el círculo, independizarnos de la industria que marcaba los precios, diferenciarnos y transformar nuestra leche en productos propios bajo la marca Casa Grande de Xanceda».

Yogures ecológicos que suponen un 80% de la facturación de la granja
Yogures ecológicos que suponen un 80% de la facturación de la granja - CEDIDA

Pero no era el único reto que estos emprendedores se habían marcado. Como objetivo, además de sobrevivir, «teníamos que crear empleo y generar riqueza en un entorno rural muy empobrecido». Convencida de que «el campo tiene mucho futuro», uno de los problemas más graves, dice, «es la huida desesperada de las nuevas generaciones que no quieren saber nada de la ganadería. En la última década, nuestro concello ha perdido un 10% de la población», lamenta, para acentuar una de las acciones sociales de las que se sienten más orgullosos, el programa «Cultiva mazás» que desarrollan en colaboración con el colegio CPI de Xanceda, «un proyecto que pretende fomentar el emprendimiento en el rural para combatir la gran despoblación». Estudiantes de 3º de ESO deben localizar y desarrollar ideas con futuro. «Debemos motivarlos desde pequeños para que sepan sacarle rendimiento a esas hectáreas de terreno que tienen sus padres», apunta Cristina.

Y qué mejor que el suyo como ejemplo aunque no sea el único. En Casa Grande de Xanceda trabajan 38 personas y generan un importante volumen de empleo indirecto entre transporte, maquinaría, consumos... , frente a las cinco personas que acompañaron en el inicio de esta aventura a Felipe y Victoria. La granja es hoy un negocio de éxito que gracias a sus cinco socios —a Cristina y Guillermo se suman su padre, y dos de sus hermanos— supo reinventarse. «Nosotros alimentamos nuestras vacas, las ordeñamos y transformamos la leche en productos con un alto valor añadido. Controlamos todo el proceso desde el prado hasta la nevera», significa. Hoy facturan 4,5 millones de euros al año, de los que un 80 por ciento proviene de la comercialización de sus yogures ecológicos. En 2015 vendieron 4,3 millones de vasitos. «Desde el principio sabíamos que no podríamos competir en precio, pero sí con la mejor calidad», asegura Cristina, que vuelve a marcar que la clave está en la «diferenciación».

«Hay que hacer un producto con mayor valor añadido del que ofrece meter leche en un brick», señala para reflexionar que la «unión hace la fuerza» y recetar, en un momento de crisis como el que viven los ganaderos en la actualidad, «hacer grandes cooperativas para tener mayores opciones en la negociación de los precios del litro».

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