Juan Soto - El Garabato del Torreón

Las cuentas del alcaldiño

Hay alcaldes a quienes todo lo que no sea ofensa o morro les cae muy lejos

Continuando una tradición que tiene ya ochenta años a sus espaldas, ayer, segundo domingo de septiembre, los delegados de los municipios que fueron cabeza de partido judicial en la antigua provincia de Mondoñedo, renovaron la ofrenda a la Virgen de Os Remedios, patrona de la diócesis. La ceremonia se celebra en el santuario barroco de la alameda mindoniense, la misma que 1594 acogió la primera Fiesta del Árbol de Europa y a la que se abre el antiguo hospital de San Pablo, timbrado con el escudo del gran obispo Sarmiento. En nombre de los ayuntamientos, compareció como oferente el representante del de Ortigueira, que cubrió el plantón del alcalde de Ferrol, tan refractario a las tradiciones como a la urbanidad.

Hay alcaldes a quienes todo lo que no sea ofensa o morro les cae muy lejos, fuera de entendederas y al margen de su interés. ¡Qué le vamos a hacer! Si ustedes conocen al pollo, toda explicación sobra. Desde que se coló en la alcaldía (el PP duplicó a Ferrol en Común en votos y en concejales electos), su trayectoria está jalonada de laureles y aciertos. Según consta en su hoja de servicios, lo más destacable de su gestión consistió, hasta el momento, en enfrentarse, primero, con las autoridades de Defensa y luego con la Junta de Cofradías de Semana Santa. O sea, como si el alcalde de Sevilla le declarase la guerra al Real Betis Balompié, a la Feria de Abril, a la Torre del Oro y al río Guadalquivir.

Por lo visto y por lo que cuentan los periódicos, el pollo justificó su ausencia en los actos de Os Remedios con doble alegación: una que apela a sus íntimas convicciones de conciencia y otra, definitiva, de orden económico. La primera ya la supondrá el lector: «Eu non quero nada cos curas». La segunda es de mucho más peso: la aportación del ayuntamiento oferente está fijada en 300 euros. Ahí, en ese punto, no le falta razón al pollo. Trescientos euros le arreglan la vida a la ciudad de Ferrol y cuadran el presupuesto y el balance de caja. A este chico hay que nombrarlo inmediatamente ministro de Economía y Hacienda. ¡Qué cerebro!

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