El blindaje del Ayuntamiento de Barcelona no evita la pitada a Ada Colau durante el pregón de la Mercè

La alcaldesa afronta el segundo tramo de mandato en horas bajas y con una ciudad que arrastra males endémicos

Vecinos, protestando contra la gestión de la alcaldesa a las puertas de la plaza San Jaime Efe

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A pesar de los esfuerzos de Ada Colau por silenciar los abucheos y las protestas contra ella y su Gobierno municipal, algo más de un centenar de personas de varios grupos totalmente distintos (independentistas, feministas, a favor de la democracia en Cuba...) se congregaron, este viernes por la tarde, en los aledaños de la plaza San Jaime -blindada por los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana- durante la lectura del pregón de la Mercè, inicio de las fiestas de Barcelona.

La oposición acusó a Colau de intentar evitar que las protestas se visualizaran en la plaza que da acceso al edificio del Ayuntamiento, lugar del pregón, en el Salón de Ciento, pero la alcaldesa defendió que el blindaje de la zona se debía, en realidad, a las medidas sanitarias contra la pandemia que ordena la Generalitat.

Como ocurrió en el acto inaugural de las fiestas de los barrios de Gracia y una semana después en Sants (Barcelona), este verano, donde se vio a la alcaldesa llorar de impotencia, los silbidos contra ella volvieron a aparecer en el arranque de unas fiestas que llegan en horas bajas para Colau.

Habiendo pasado ya el ecuador del mandato los frentes abiertos no son pocos para un Ejecutivo que vio trastocada su acción de gobierno por la llegada de pandemia. A pesar de encontrarse con una oposición de bajo tono -el Covid ha llevado a los grupos a moderar el tono-, y con ERC, primera fuerza, como gran aliada del Gobierno, el bipartito de comunes y PSC ha visto con total pasividad como otros problemas se enquistan en la ciudad.

Prácticas normalizadas

Los botellones descontrolados , con jóvenes apelotonados ignorando las medidas de seguridad frente al Covid, han sido repetidos durante los últimos fines de semana, eso sí, favorecidos por las restricciones dictadas por la Generalitat, que hasta esta misma semana no permitió al ocio nocturno reabrir, y con condiciones muy duras. La Guardia Urbana, que arrastra una falta de recursos y efectivos, se ha visto impotente ante las convocatorias masivas.

Sea por estas prácticas normalizadas o no, lo cierto es que la degradación y suciedad en la vía pública han sido, quizás, el más visible -y en algunos puntos, maloliente- problema en estos últimos tiempos. Las imágenes de ratas en parques públicos o paseando por las aceras han sido tristemente virales. El Gobierno Colau está inmerso, además, en un nuevo servicio de recogida de residuos cuya prueba pionera en el barrio de San Andrés no ha hecho más que recopilar, basura a al margen, quejas vecinales.

Los males endémicos de los de Colau tampoco es que hayan desaparecido. El sector turístico , herido de gravedad por la caída de visitantes por el Covid, intenta levantar cabeza pero sigue echando en falta una mano del Gobierno, igual que piensan los restauradores. Bares y restaurantes están agradecidos con las cesiones municipales que les han permitido temporalmente tener más mesas y sillas, pero esto ha sido a costa de quitar, una vez más, espacio al vehículo privado, lo que está comportando más conflictos de tráfico.

La movilidad , de hecho, es el otro tema candente en el equipo de gobierno: los de Colau siguen aferrados a su lucha contra la contaminación pero las políticas de reducción de carriles de tráfico rodado, junto a las obras en el centro de la ciudad y el aumento del coche por la recuperación de la actividad, tras el Covid, están convirtiendo la capital catalana en una auténtica ratonera.

Todo eso sin mencionar a la política como tal. Colau sigue intentando jugar a dos bandas, oscilando entre la afinidad y la equidistancia con el independentismo, pero tanto ERC como Junts cada vez perdonan menos su sintonía con el PSC. Tras haber capeado la pandemia sin grandes problemas, a comunes y PSC se les acumula trabajo : deben alardear de su obra de gobierno, con un escaparate bastante vacío por ahora, y a la vez empezar a marcar perfil propio de cara a las elecciones de mayo de 2023. Las discrepancias empiezan a florecer y prueba de ello es el sonado conflicto por la ampliación del aeropuerto de El Prat.

Durante el pregoón, sin embargo, tanto Colau como el líder de los socialistas, Jaume Collboni, simularon unidad máxim a durante el pregón, pronunciado por Custodia Moreno, una activista vecinal del Carmelo, y ante el 'president', Pere Aragonès, y Laura Borràs.

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