Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Farolillo

Probablemente, el farolillo obedezca a la compulsión de repetición freudiana que hace que el ser humano repita de forma obsesiva determinados comportamientos enfermizos.

Miquel Porta Perales
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La cosa tiene miga. Hablo de la recomendación de la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultual de Vic para recibir a los Reye Magos con “el farolillo de la estelada”. Se invita a “pequeños y mayores” a dar la bienvenida a Sus Majestades para “pedirles que el 2017 nos traigan la República Catalana”. Además, se llama a “llenar con esteladas las ventanas y balcones del recorrido”. El detalle que no pasa desapercibido: el farolillo independentista se puede comprar en una librería y en el tenderete y local social de la Assemblea de Vic. El precio: un euro o -¡dame algo!- la voluntad.

La nueva campaña de marketing independentista se explica en función de cinco variables. En primer lugar, la vocación de performance de un secesionismo carnavalesco que usa y abusa del espectáculo.

En segundo lugar, la voluntad de seguir colonizando la consciencia de la ciudadanía. En tercer lugar, el deseo de encuadramiento de un nacionalismo que necesita aumentar –dicen- el “músculo del proceso”. En cuarto lugar, la oportunidad de publicitar el evento a través de una TV3 que televisa en directo el numerito. En quinto lugar, la necesidad de recolectar euros –el farolillo forma parte del merchandising independentista- para hacer frente a los gastos que genera el “proceso”. ¿Que no se respetan los derechos de la infancia? ¿Que se politiza una festividad como la de Reyes? ¿Que el sectarismo ha contaminado una de las fiestas ciudadanas más queridas? Finalmente, Òmnium se desmarca y apaga el farolillo, no por convicción, sino ante las críticas –“sacadas de contexto”, dice- recibidas. Por su parte, la Assemblea –inasequible al ridículo- insiste en el populismo circense. Son así. Una muestra de exhibicionismo y debilidad. Probablemente, el farolillo obedezca a la compulsión de repetición freudiana que hace que el ser humano repita de forma obsesiva determinados comportamientos enfermizos. Por cierto: los niños que piden bicicletas, drones o Hatchimals a los Reyes Magos, ¿qué harían con la República Catalana?

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