El CCCB viaja de la tierra a Marte y del Ku Klux Klan a las Pussy Riot
El centro cultural plantea para 2021 una programación basada en la interdependencia y la convivencia
Ciencia y cultura, realidad y ficción, ir a Marte para volver a la tierra y recorrer la historia del siglo XX desde detrás de una máscara, otra ración de ciencia anudada esta vez a la ficción, la obligada convivencia con otras especies... A simple vista, los ingredientes son los que cabría esperar en la programación de un equipamiento cultural con vocación de «ágora para compartir conocimiento» como el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), pero resulta imposible no percibir en casi cada detalle, en cada exposición y debate, la profunda y viscosas huella del coronavirus. Y no sólo por cuestiones más o menos prosaicas como el aforo permitido, la incertidumbre sobre lo que pasará pasado mañana y esos tres meses de retraso que acumula la programación.
Eso, claro, sería la parte práctica, pero a un nivel teórico el CCCB también ha querido dar respuesta a la pandemia y a los nuevos desafíos asociados a la crisis sanitaria con una reflexión transversal centrada en conceptos como la simbiosis, la interdependencia y la convivencia. «Contra el miedo, el aislamiento, los grupos burbuja o las burbujas digitales es importante reivindicar el vivir juntos y la cultura como respuesta», reivindicó la directora del centro, Judit Carrera, durante la presentación de una temporada que busca hacer del «vínculo con los otros y el vivir juntos» un eje central desde el que desplegar una suerte de mapamundi para manejarse por la incertidumbre que está por venir. «Entre el mundo que tenemos y el que encara no existe se abre una rendija donde la cultura tiene un campo fértil para elaborar el sentido de la experiencia humana e imaginar nuevos futuros posibles», añadió Carrera.
En las salas de exposiciones ese futuro llegará pronto, a finales de febrero, de la mano de una gran muestra que se acerca a Marte desde todos los ángulos e interpretaciones posibles. De este modo, ciencia, mitología, economía, ciencia ficción, ecologismo, cultura pop y especulación intergaláctica se dan cita en una exposición comisariada por Juan Insua y que presenta el Planeta Rojo como «espejo para continuar indagando en nuestra condición y en nuestro futuro como especie». La exposición, que debía haberse inaugurado el pasado de noviembre, toma un nuevo sentido en plena pandemia. «Marte en el antropoceno es un lectura de lo que nos está pasando» , ha apuntado Insua.
«Ciencia fricción», dedicada al diálogo entres especies y al cruce entre ciencias y humanidades; y «Urban Nature» , proyecto de Rimini Protokoll que explora los diferentes modelos de vida que conviven en una ciudad, completan el tramo central de un programación que, de Marte a la tierra, cerrará el año con una reflexión entorno al concepto de máscara. Un oportunísimo vistazo a un «objeto ritual convertido en instrumento político de primer orden» con el que Servando Rocha recorre el siglo XX brincando del Ku Klux Klan a las Pussy Riot, de Fantomas a las vanguardias del siglo XX y de Guy Fawkes a la omnipresente mascarilla del 2020. Una historia subterránea basada en el libro «Algunas cosas oscuras y peligrosas. El libro de la máscara y los enmascarados», del propio Rocha.
Con un presupuesto de a 10,8 millones, un 4% menos que en 2020, y una apuesta decidida por la presencialidad, el CCCB mantiene también su compromiso con citas como Kosmópolis, Primera Persona o el Día Orwell y quiere reforzar, través del área de mediación, su papel espacio abierto tanto a sus vecinos de Raval como diferentes disciplinas y generaciones.
