Antonio Robles - Tribuna abierta

Bon dia, President

Hay que vivir en mundos paralelos o ser unos cínicos redomados para tratar a un delincuente huido de la justicia como President

«Bona Diada, President». Así se despedía Jordi Basté en la entrevista que acababa de hacer al emérito fugado Puigdemont en Rac1 el pasado jueves. La había empezado con el mismo tratamiento: «President Puigdemont, bon dia i moltes gràcies». Por la noche, el valido, Quim Torra, exigía en TV3 al Jefe del Estado español y al presidente del gobierno disculpas públicas y solemnes por el fusilamiento de Lluis Companys. Él a lo suyo, a pesar de la pandemia. Entrevista y discurso previos a la Diada del 11-S.

Uno tiene la sensación que viven en mundos paralelos al real. Lo que dicen, cómo lo dicen, la impunidad con que lo dicen… Pero no es éste el objeto del artículo, sino la impostura de Jordi Basté como periodista que en la misma entrevista que trata a un delincuente como presidente legítimo de Cataluña, dirige una tertulia donde, con toda la razón del mundo, él y sus contertulios, se indignan de que miembros del anterior gobierno hayan utilizado recursos económicos del Estado para delinquir, y a miembros de las fuerzas de seguridad para borrar pruebas u ocultar delitos que los pudiesen incriminar. Me estoy refiriendo a la operación Kitchen para neutralizar al delincuente Bárcenas. De paso sacar tajada para su complejo de vigilados y perseguidos.

Hay que vivir en mundos paralelos o ser unos cínicos redomados para tratar a un delincuente huido de la justicia como President (no es presunto porque es el jefe de la banda que ha sido condenada por sedición, aunque en puridad jurídica así debería ser tratado), pasar por alto que utilizó recursos del Estado para financiar un golpe institucional, alimentar a los medios que lo jaleaban y pagar sueldos destinados a tal fin. ¡Qué fácil es ver la paja en ojo ajeno y difícil la biga en el propio!

Si me preguntaran por el ADN de la Catalunya nacionalista lo encontraría definido en la Ley del Embudo, para mi lo ancho, para ti lo estrecho. No hay manera de entenderse en una disputa si no se comparten las reglas, no se puede ser ecuánime si el delito no es universal, no se puede tener razón moral si aplicas a los demás lo que no estás dispuesto a aplicarte a ti mismo. El fanatismo y el supremacismo lo está sustituyendo todo. Pero se creen la sal de la tierra.

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