Vuelta al románico

«La capital del románico». Así es conocida Zamora, la ciudad europea que concentra en su casco urbano el mayor número de iglesias que pertenecen a este estilo artístico. Más de una veintena de templos dan luz y color a cada esquina y resalte de este municipio. Una ciudad con un encanto único, amurallada y dibujada con piedras arcillosas en torno a una estructura urbanística del medievo más primitivo.

Las murallas son el testigo que corrobora el carácter medieval de Zamora, una seña de identidad que se mantiene latente por cada rincón de la ciudad. No sólo muestran cómo el pueblo se protegía de las adversidades, sino que también clarifica cómo era y es el carácter más combativo de quienes se atrevieron a luchar contra la invasión del antiguo Imperio Romano y que dio pie a aquella celebérrima afirmación que asegura que «Zamora no se conquistó en una hora».

Atravesando las maravillosas puertas de acceso, que dan la bienvenida a la Zamora más antigua -ya sea la Puerta de Olivares o la de Doña Urraca-, el visitante comienza a caminar por un suelo empedrado que caracteriza al casco antiguo de la ciudad castellana. La ruta de Zamora románica ofrece al visitante la oportunidad de recorrer la historia de la urbe a través de sus templos. Cada uno cuenta con una historia propia que aúna un pedacito del desarrollo de Castilla y de la leyenda zamorana.

Sorpréndete con la gran cúpula en forma de escamas de la «Perla del Duero», esa maravillosa Catedral que es claro ejemplo de la confluencia de artes, aunando el bizantino y el propio románico. Un ejemplo claro del mestizaje cultural en el que se ha visto inmersa toda España y que tanta riqueza le ha aportado al arte de nuestro país.

Zamora no es sólo su Catedral. La ciudad es arte, ahora en verano y también en la Semana Santa que se convierte en uno de los máximos exponentes del orgullo de sus habitantes. Una ciudad en la que se respira la riqueza cultural ligada a una muy buena oferta gastronómica y enológica.