Un soñador para Doñana

El juicio de quienes le conocieron resulta unánime: un hombre de personalidad arrolladora, muy activo y carismático, dotado de una proverbial sensibilidad para la naturaleza. Miguel Delibes de Castro le definió como «lo más parecido a un genio y un verdadero adelantado a su tiempo». Así fue el biólogo vallisoletano José Antonio Valverde, alma mater de la creación de Doñana como parque natural, fundador de la Sociedad Española de Ornitología y uno de los precursores del conservacionismo en la Península Ibérica, de cuyo nacimiento se cumplen noventa años el lunes, curiosamente primer día de la primavera.

Su juventud se vio condicionada por la tuberculosis. Recluido en su habitación, pasaba las horas dibujando todo tipo de aves, cuyo aspecto tenía grabado en la mente tras sus paseos por páramos, valles y sotos de ribera.

Estudió Biología y fue mentor de Félix Rodríguez de la Fuente. En 1952, junto al salmantino Francisco Bernis, visitó por primera vez Doñana y quedó fascinado por un ecosistema de marisma y matorral mediterráneo donde moraban más de 300 especies de aves, que los planes oficiales pretendían desecar, mediante la plantación de eucaliptos, para luego cultivar.

Con la base científica de sus estudios, surgió un movimiento internacional por la preservación del espacio -el de mayor biodiversidad de Europa- que obligó a replantear el proyecto. De las primeras 6.500 hectáreas adquiridas por cuestación se pasó a las 36.000 iniciales del parque natural creado en 1969, del que fue director. Hijo predilecto de Andalucía y premio Castilla y León al medio ambiente, su ciudad natal le dedicó una plaza en el barrio de Pajarillos. En los siete volúmenes de «Memorias de un biólogo heterodoxo», Valverde resume sus vivencias y teorías, como la del origen granívoro del hombre. Un valioso legado escrito que confirma su condición de humanista y sabio. Con mayúsculas.