Antonio Piedra - No somos nadie

Frivolidad bisiesta

«Al contrario de lo que sucede en el resto del mundo, aquí los muertos dividen, jalean a los asesinos, y humillan más a las víctimas»

Antonio Piedra
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Que pierdan toda esperanza quienes, idílicamente, sueñan con un aliento ponderado en la gobernabilidad de España. Con estos políticos de embudo, bien sujeto por asa podemita -sanchistas, riveristas e iglesistas piensan lo mismo que Pantagruel: que más vale una buena hartada que dos hambres-, eso no sucederá ni de coña. Hasta la conmemoración del 11-M, asistida este año por Iglesias, se ha convertido en una reunión de hipócritas con un fin concreto: que los muertos no abran jamás los ojos de los vivos. Al contrario de lo que sucede en el resto del mundo, aquí los muertos dividen, jalean a los asesinos, y humillan más a las víctimas.

¿Cómo se justifica tamaña perversión moral? Ni idea. A lo mejor o a lo peor -¡vaya usted a saber!-, tiene que ver con la frivolidad bisiesta que triunfó hace 13 días con un furor mediático de aquí no te menees.

Lo realmente llamativo es que incluso la Unión Europea y el Corte Inglés -una empresa modélica regida por Dimas Gimeno- se han contagiado de la majadería bisiesta. Si previamente hubieran leído el libro publicado en Kalandraka por José Luis Alonso de Santos, titulado «El niño bisiesto», se habrían dado cuenta de que hablar sobre bisiestos es tan serio como disertar sobra la exclusión o la supervivencia, o digerir con arte una broma pesada.

Me explico. La Unión Europea consagró como «Día Mundial de las Enfermedades Raras» el 29 de febrero adrede: por su singular rareza. ¡Bingo! Una auténtica aberración que parece sacada del calendario nazionalista de Arnaldo Otegui, quien considera una raridad la existencia de víctimas etarras. Los mercaderes de la Europa repelente, podían haber señalado un día más normal y fijo por los restos para tan sensible y humanitaria causa. Pero no. ¿Eligieron un día tan raro para que, hasta dentro de cuatro años, no se vuelva a hablar de «enfermedades raras» o de euros? Semejante dislate -dejemos de lado calificativos radicales-, sólo se le ocurre a un etarra o un mamonazo político que rige los destinos sanitarios de la Unión Europea como si fueran una celebración bisiesta.

Con la misma seriedad de los mercaderes europeos, planificó el Corte Inglés este año su jornada bisiesta. Todo una falacia que, al menos en mi caso como bisiesto, incluye una retahíla de irregularidades: errores informáticos -se me borró del 29 para colocarme en enero-, propaganda engañosa -anunció un 10% de descuento en la compra que luego no me aplicó-, incidió en el error una vez subsanados los gazapos informáticos -se inventó un bombo que ni llegó a rozarme-, y finalmente ignoró todas mis rarezas de protesta. Si esto ocurre en el Corte Inglés, la empresa que te devuelve el dinero si no estás conforme con el producto, estamos perdidos. Ya puede usted bajarse del guindo, porque en política española y en sanidad europea, se trata de la misma frivolidad bisiesta.

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