Andrés García Cerdán - LE BATEAU IVRE

El mirlo blanco: Rubén Martín Díaz

«El poeta vuelve para inocularnos su veneno fulgurante en un conjunto de poemas impecable»

Andrés García Cerdán
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Enhorabuena a quienes buscáis en la poesía inteligencia, emoción, cuidado, verdad, música. El poeta albaceteño Rubén Martín Díaz (1980) está de nuevo entre nosotros con un libro brillante, Fracturas, que sigue las sendas de Arquitectura o sueño y El mirador de piedra. En una delicada vuelta de tuerca sobre el poema, Martín Díaz vuelve para inocularnos su veneno fulgurante en un conjunto de poemas impecable. La edición de Nausícaä, editora del Premio Barcarola, es luminosa y se acompaña de la ilustración de portada de Juan Carlos Mestre y del elocuente epílogo del poeta Basilio Sánchez.

Portada de Fracturas. Ed: Nausícaä. Portada: Juan Carlos Mestre
Portada de Fracturas. Ed: Nausícaä. Portada: Juan Carlos Mestre

Estas Fracturas atestiguan la pujanza y la primerísima sangre de este joven poeta, que ha recogido ya, por méritos propios, algunos importantes premios: Ojo Crítico, Adonáis, Hermanos Argensola, y que irrumpe en el caudal lírico contemporáneo con devoción por la palabra, defendiendo una poesía sin concesiones, inteligente, necesaria.

El lenguaje es en su mano fruto agraz que se despeña en paz por el instante. En sus poemas nos reconciliamos con la naturaleza, con la inteligencia y con eso que distingue a los grandes poetas: la capacidad de mirar. Descubrimos con él que aún tenemos ojos y que el mundo está ahí para que lo miremos y lo hagamos nuestro. Así, Martín Díaz abre el libro con unas palabras reveladoras de José Emilio Pacheco: «Mira las cosas que se van,/ recuérdalas,/ porque no volverás a verlas nunca«. Contra el momento en que el aire se revienta en añicos, «contra este cielo en ruinas que amenaza tormenta», escribe nuestro poeta. Aunque Rubén es también el que sabe mirar el fuego: «Miro el fuego candente/ recorriendo la rama,/ relamiendo la misma escocedura/ que su avidez provoca». Quien piensa «en todas esas cosas que ignoramos/ pero que están presentes,/ como una realidad que complementa/ la pobre realidad de nuestros ojos». Quien vive «del hambre que hiende mis entrañas/ y nunca cesa». Y, por supuesto, el que se hermana «con el mundo y su misterio» leyendo a Milosz o a Houellebecq o a Gamoneda o a Marina Tsvietáieva. El que mira y es mirado: «El mundo te devuelve tu mirada;/ mas es ya su mirada, después del mundo,/ la que entra en ti». La poesía, en verdad, no es otra cosa: hermanamiento con el día, con el hombre y con la luz, y mirada a las alturas y a las cenizas, mirada al mundo y mirada trascendente al interior.

Rubén Martín Díaz
Rubén Martín Díaz

En Fracturas, Martín Díaz nos propone, con afán renovado, los retos del poema contemporáneo. De esta forma, este libro se convierte en un paso adelante por su tratamiento más visceral de las formas y por su necesidad inquieta de decir las cosas. El título recoge ese espíritu: la fractura del verso, la polifónica realidad, los matices y las quiebras de la hermosura y el dolor. No debemos engañarnos, sin embargo: en Martín Díaz hay siempre pulcritud y conocimiento a raudales. Y, ante todo, lectura de la existencia desde un alto mirador, desde el lenguaje que trata de dilucidar las pasiones humanas.

El suyo es uno de los nombres que deben ser considerados con firmeza en nuestras letras. Conoce muy bien la poesía reciente y conoce las verdades de la gran poesía de todos los tiempos. No en vano, es un gran lector de la última poesía y depura sobre ella la emoción con el canto limpio y decidido de un mirlo blanco. Ahí están su rareza y su valor. Digámoslo con él: «Al fin y al cabo, yo estoy en las cosas/ y me pienso al pensarlas».

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