José Rosell Villasevil - Sencillamente Cervantes (VIII)

De vuelta a los orígenes

Para salir de aquel espantoso purgatorio de Valladolid, no cabe la menor duda que hubo de producirse un consenso familiar de ayuda urgente, absolutamente unánime

José Rosell Villasevil
TOLEDO Actualizado: Guardar
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Para salir de aquel espantoso purgatorio de Valladolid, no cabe la menor duda que hubo de producirse un consenso familiar de ayuda urgente, absolutamente unánime. María debió movilizarse con toda la energía que le era característica, y, tanto su hija y su yerno, como el bien acomodado Andrés, tratarían de poner el inmediato remedio de la forma más eficaz y generosa. Inclusive el viejo licenciado, obviando resentimientos pasados, dispondría también toda su influencia y su dinero para acabar con las penas de su hijo y de sus nietos.

En el mes de febrero de 1553, Rodrigo de Cervantes es puesto en libertad, no obstante el previo abono de las correspondientes fianzas.

¿Quién sino el padre, ha de ocuparse de los trámites burocráticos y jurídicos precisos? ¿Quién de presentar las pruebas de linaje requeridas?¿Quién de aportar el dinero necesario para sacar a la calle al hijo encausado?

Ordenó el regreso a sus orígenes de las entrañables personas afectadas, por cuyas venas corría su propia sangre. Y como letrado que era de los más prestigiosos de la ciudad de Córdoba, conseguiría en ella el trabajo adecuado para que Rodrigo, Leonor y la prole puedan salir adelante.

Fue la primavera el mejor momento para que aquella singular familia pusiese proa hacia la villa estudiantil del Henares, donde Miguel lanzara al mundo sus primeras señales de vida.

Allí habrían de pasar el verano reponiéndose, allí quedará Luisa, seguramente con su tía María, y, a primeros del suave mes de octubre, inician el penoso y largo camino en dirección a sus ancestros.

El futuro autor del Quijote, con sus seis años cumplidos o a punto de cumplir, va a iniciar un recorrido que habrá de repetir muchas veces a lo largo de su existencia. Primero Madrid, el poblachón manchego de aires puros y ancho Prado, con sus famosas fuentes regaladas «que manan néctar, llueven ambrosía», y la puente celebrada de Toledo, siempre «con esperanzas de (gran) río»; luego los Carabancheles, Getafe, la tanto tiempo ha extinguida Manganilla, y la populosa Illescas de la Caridad, preludio de «Novelas ejemplares»; después «Juncos» o Yuncos, donde un día hablará, en lengua de la pluma de Miguel, el pícaro «Pedro de Urdemalas». A continuación Cabañas, surtidor cerealista de Roma y lugar donde «juega a las tablas don Gaiferos, entre ella y Olías..» del Rey, puerta adelantada de Bisagra y primer lugar de recepción en las visitas reales a Toledo, ya a un par de leguas, pasando por el cruce del pueblo de los heroicos «Vargas», y la venta del Promontorio, ambos a la diestra...

Nos encantaría poder captar, en la imsgen velada del tiempo, el brillo de los ojos, muy abiertos, del niño-genio del futuro a vista de la «Peñascosa pesadumbre gloria de España y luz de sus ciudades». Mas, callémos por un momento; ellos precisan del descanso, umbral de otra agotadora jornada andariega.

Pero en el silencio del alma, nos siguen hurgando picorcillos curiosos que engendran la pregunta inevitable: ¿acaso pernoctan en el Mesón famoso llamado (por entonces) de la Sevillana?

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