Gustavo Reneses - Babilonia en guagua

Los del medio

Solo queda algo a lo que agarrarnos

Gustavo Reneses
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En estos días azules de diciembre, estamos atravesando un auténtico ecuador existencial. Al generalizado por el propio mes en curso, se le suma el ecuador electoral, con la maquinaria de improvisaciones totalmente engrasada, y la propia tontería de los de mi generación —los que rondamos la cuarentena—.

Es esa pertinaz sensación de ser una estación en medio de la nada, una pieza hecha a mitad de retales, un libro de apuntes sin encuadernar, lo que no cesa de martirizarnos. No tenemos historias corriendo delante los grises, ni de ser parte del primer proceso electoral. Tampoco nacimos con internet debajo del sobaco ni presumimos de ser la generación nativa 3.0 que solo usa el papel en el WC.

Somos los del medio, los de la cinta de cassete rebobinada con un bolígrafo BIC para ahorrar pilas.

Los de Barrio Sésamo a las cinco. Los que íbamos en coches sin cinturones. Los que todos nos envidiaban y recordaban la suerte de ser niños en los ochenta y nosotros sin saber todavía el por qué.

No somos de aquella generación que pese a estudiar lo justo, si eras avispado podías llegar lejos. Ni tampoco somos de la generación con un currículo escolar digno de parvulario más cercano a colorear diagramas de Venn en primero de carrera, que a otra cosa.

Somos los del medio. Los que estudiamos EGB, BUP, COU y nos mamamos una selectividad de varios días sin rechistar –latín y filosofía incluidos-. Los que estudiamos una carrera que sirvió para tener una foto de licenciado encima del televisor de la orgullosa abuela y rellenar varias páginas de un CV que suele ser carne de papelera por poseer exceso de formación.

No somos los que disfrutan de una merecida pensión ni de los que aprovecharon las prejubilaciones a los 55 años, y menos, de los que tienen cuenta joven son comisiones, tarjeta gratuita y puntos para ir al cine.

Somos los del medio. Los tontos útiles hipotecados hasta las cejas con seguro de vida, salud y primas varias por si la cascamos antes de pagar la estafa inmobiliaria que nos vendieron en los mejores años de bonanza. Los que cotizaremos hasta los 70 años -y posiblemente a fondo perdido- sin esperanza de dignidad material al final de nuestros días.

Somos los que ni pasan de la política porque están mascados, ni los que también pasan porque, en general, pasan de todo. Somos los del medio, los que nos tragamos el debate a cuatro, posiblemente el de nueve y también el de dos. Y que en el fondo nos tragaremos parte de ese show, porque tenemos ese punto intermedio entre saber que estamos ante una actuación y la nostalgia del que todavía cree que todo esto se puede arreglar.

Y así seguimos; como comas entre frases, como puntos entre párrafos, como lágrimas en algún punto entre los ojos y el abismo. Ante eso, sólo queda algo a lo que agarrarnos y que los de nuestra generación entendemos por eso del latín en 2º de BUP: Carpe diem, quam minimun crédula postero.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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