José Fco. Fernández Belda - Viviendo en San Borondón

Empleo y empleadores

El SCE, heredero de todos los problemas del fenecido ICFEM y sus líos judiciales, ni crea empleo ni forma a los demandantes de trabajo

José Fco. Fernández Belda
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Cualquier lacra social que exista, y el desempleo sin duda lo es, será aprovechada de forma populista por los grupos políticos antisistema que ya están asaltando el cielo, como profetizaba Pablo Iglesias, y casi siempre con crueles engaños para las víctimas. Prometen, sabiendo que será imposible cumplirlo, que si les votan se acabarán los problemas porque gobernará el pueblo para el pueblo, formula neocomunista de disimular lo de la dictadura del proletariado y el dominio ideológico totalitario.

Llegado el momento, si conquistan el poder, tiempo tendrán de hacerse un Tzipras, recortando sustancialmente las pensiones cuando prometían que las subirían y que además, cual “bonus pack” de las comedias en DVD, rebajarían la edad de jubilación. Pagan la fiesta los ricos, dicen sin que asome el más mínimo rubor a su descaro.

En España en general y muy particularmente en Canarias, ya se oyen esas voces al referirse al gran problema del paro, solicitando más subvenciones y ayudas, anunciando nuevos planes y políticas activas de empleo, creaciones de observatorios y fundaciones o proyectos de ONG, pero nunca derribando las barreras legislativas que dificultan la creatividad empresarial en los sectores que no gustan al poder, por muy ruinosos y de poco futuro que sean.

En noviembre de 2015, el reconocido economista español Daniel Lacalle ha publicado su libro “Acabemos con el paro”, que a mi entender debiera ser leído con atención y respeto por todos aquellos políticos relacionados directamente con este problema. También por los ciudadanos, pues a más de uno le servirá su lectura como vacuna contra las fórmulas mágicas que se oyen en publicaciones, declaraciones y propuestas de los círculos, que de tanto retorcer la realidad para adaptarla a su ideario político, la han dejado morada de pura asfixia ante cualquier tipo de razonamiento realista y sensato. Y es que ahora ellos son “podemos” y mañana ya veremos.

Cuenta el economista una anécdota, creo que muy ilustrativa del fracaso de las enseñanzas en conseguir la empleabilidad de sus titulados. Era el año 1991 cuando él y sus compañeros de estudios festejaban haberse licenciado en Ciencias Empresariales. “Aquel día, mientras lo celebrábamos, a nadie le pareció raro que de toda una promoción de Empresariales ninguno de nosotros comentase la posibilidad de montar una empresa o crear nuestro propio empleo... Nuestro futuro pasaba, según las personas que nos rodeaban y de alguna forma nos guiaban, por encontrar un puesto en alguno de los megaconglomerados nacionales o en la Administración Pública. Ya sufríamos una de las debilidades de nuestro mercado laboral, la aversión al riesgo. ¡Y estábamos en Empresariales!”. Y como antiguo profesor de la ULL y ULPGC en esta carrera, lo puedo corroborar por haberlo constatado empíricamente.

Si algo debiera ser obvio a estas alturas, es que los gobiernos no crean riqueza ni empleo, más bien al contrario, con sus regulaciones liberticidas e intereses proteccionistas sindicales, son una parte muy sustancial del problema. Por mucho que se quieran autoengañar y engañar a los votantes, el SCE -heredero de todos los problemas del fenecido ICFEM y sus líos judiciales- ni crea empleo ni forma a los demandantes de trabajo.

Es tan sólo una oficina de gestión de papeleo para cobrar prestaciones y poco más. Hubo un tiempo en que tuve que asistir a sus servicios de orientación personalizada y, sinceramente, aún siento bochorno y vergüenza ajena por lo que allí viví y de lo que ví. Los folletos publicados en la web del SCE para ayudar a los demandantes de empleo a cómo buscar empleo, fomentando la actitud y la aptitud emprendedora y no esperando a que el “gobierno” los llame para un trabajo, son más propios para colegiales que para adultos en paro. Aunque, bien visto, a algún diputado electo le han podido ayudar estos consejos para canalizar su “vocación agitadora” a nuestro cargo.

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