Inés Arrimadas intenta apuntalar Ciudadanos tras la fuga de la «conservadora» Lorena Roldán

La dirección se negó a asegurarle por escrito el número dos de la lista por Barcelona

Inés Arrimadas, ayer en Barcelona, en la presentación de Anna Grau como candidata de Cs Efe
Juan Casillas Bayo

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El fichaje de Lorena Roldán por el PP se gestó ante un profundo desconocimiento de la dirección de Ciudadanos (Cs). El 30 de diciembre, la cúpula de Inés Arrimadas ignoraba por completo la operación. Unos minutos antes de hacer pública su decisión, la que era portavoz adjunta del Comité Ejecutivo liberal envió un mensaje a la presidenta de Cs para adelantarle lo que estaba a punto de comunicar. Apartada de la candidatura a la Generalitat unos meses antes y disconforme con el acercamiento al Gobierno de Pedro Sánchez , Roldán mudaba el naranja por el azul.

Solo después de constatarse el cambio de bando, Génova se puso en contacto con la ejecutiva de Cs. Fue Teodoro García Egea , según fuentes conocedoras, quien trató de quitarle hierro al asunto con una llamada al vice secretario general de Cs, Carlos Cuadrado . Le explicó que la dirección nacional del PP no había participado en la jugada, pero le recordó, según estas fuentes, el episodio de Ángel Garrido –expresidente de la Comunidad de Madrid con el PP– ante las elecciones del 26-M en 2019.

El paralelismo es evidente –un miembro apartado por la dirección nacional del primer puesto autonómico que salta a otro barco ante unas elecciones inminentes–, pero en Cs remarcan las diferencias. Miembros de su Comité Permanente subrayan el hecho de que entonces eran rivales y ahora son socios de coalición en cuatro gobiernos autonómicos y en el Ayuntamiento de Madrid. «Cuidado con las deslealtades y con morder la mano que te da de comer», advierte un dirigente de Cs en privado, aunque descarta que la «opa hostil» en la que están inmersos los populares vaya a afectar a los ejecutivos que comparten a nivel regional y local.

Ven el impacto amortizado

En cualquier caso, creen que el impacto de la espantada es muy residual, más si cabe tras la incorporación de la periodista Anna Grau , presentada ayer en Barcelona, como adelantó ABC . El movimiento, sostienen en la cúpula de Cs, les da la razón al haber cambiado en verano a Roldán – vencedora de unas primarias – por Carlos Carrizosa . «No lo sabíamos, nos enteramos por la prensa», admite un integrante del Comité Permanente de Cs, a quien pilló por sorpresa el salto de Roldán al PP. En Cs achacan esto a una acción «desesperada» por el acecho de Vox en Cataluña . Según sus datos internos, Vox está ahora incluso por encima del PP con un cinco por ciento en intención de voto por un 4,5 de los populares. Cs, más arriba, se situaría entre los quince y los veinte escaños, aunque viene de los 36.

El martes, Roldán reprochó a su expartido en una entrevista en ABC haber nacido para frenar al nacionalismo para terminar «apoyando» al Gobierno de Pedro Sánchez , aliado de ERC y Bildu . Algo que rechazan en Cs, porque votaron «no» a los Presupuestos precisamente por los pactos con el independentismo . «Seguimos en la misma posición. No hemos perdido las esencias. Perder las esencias es irse al PP», contraatacan en la dirección de Cs. La propia Arrimadas, en declaraciones a Antena 3 , criticó a la que Albert Rivera había señalado como la sucesora de la jerezana en Cataluña: «En un momento como este, pensar en guardarte una sillita en un partido al que estabas poniendo verde hace cinco días me parece que es demostrar que no podías estar en Ciudadanos».

El porqué del portazo, a pesar de haberla apartado como candidata a presidir la Generalitat en verano, en Cs lo achacan a una cuestión ideológica y no a una «vendetta». «Ella estaba en posiciones más conservadoras», señala un excompañero de ejecutiva. Pero es que además, en el núcleo del partido garantizan a este diario que ella iba a ser la número dos de la lista por Barcelona; puesto que ahora es de Grau. Roldán, según las fuentes consultadas, exigió que ese compromiso quedase firmado por escrito y desde el partido se negaron para no sentar un precedente. La promesa de palabra, zanjan, estaba ahí. El asombro con su llegada al PP, en cualquier caso, fue notable. «De un día a otro pasó de criticarlo a decir que era la salvación del constitucionalismo», dice un dirigente, convencido de que «la gente no premiará la deslealtad».

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