Cierre de fronteras

«Estábamos a tope de turistas que venían a pasear, hoy no hay nadie»

El primer día de fronteras cerradas tras 25 años de espacio Schengen dio para el alivio y la preocupación, enfados y mucha paciencia

Dispositivo desplegar en Ayamonte, frontera con Portugal Alberto Díaz

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«Este fin de semana me he enfadado con los franceses que cruzaban la frontera para venir aquí a pasear ¡estábamos a tope!... y yo les decía: qué hacéis en la calle, no sabéis que no se puede, y se reían. Hoy se estarán acordando de mi». La empleada de la gasolinera más cercana al paso de la Junquera, en Gerona, estaba ayer feliz de no tener que ver turistas saltándose la orden de confinamiento domiciliario impuesta a todos. «Una me contestó que no cumplía porque no era española», ilustra, indignada, y conforme por completo con la decisión del Gobierno de permitir la entrada en España desde el lunes a medianoche solamente a españoles y mercancías y desplazados por motivos de trabajo o fuerza mayor.

Otra cosa es el perjuicio económico. «Es una pesadilla, esto solo lo había visto en películas» musita la señora, que no da su nombre. También conviene ocultar, por seguridad, el del hotel cercano donde se alojan los agentes de las Fuerzas de Seguridad que han sido destinados a este cruce para ejecutar las órdenes de identificar a los viajeros y dejarles o no pasar para tratar de contener la crisis sanitaria. Allí opera la Policía Nacional en coordinación con los Mossos, que dirigen la circulación y han habilitado un carril rápido para uso exclusivo de camiones. «No hay nada de gente, abrimos porque están ellos. Hoy es como el fin del mundo», cuenta quien responde desde el hotel al teléfono, que tacha la situación de «fatal».

Enfados y atascos

En España no hay filtros policiales en las fronteras desde que en 1995 se desmantelaron los puestos de control como consecuencia de la adhesión de nuestro país en 1991 al acuerdo de Schengen . Lo hicieron a la misma vez también Bélgica, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal y Francia, y las crónicas de la época narraban en ABC la resistencias del Ejecutivo galo a abrirse a ese espacio de libre circulación por temor a «una avalancha de inmigrantes procedentes de África y de Europa central y del este».

El devenir ha querido que no una invasión ultramontana, -ni la amenaza yihadista que ciertos estados han venido invocando para cerrarse en realidad a los movimientos secundarios refugiados-, sino un virus, esté devolviendo a la UE a tiempos a las restricciones internas de hace 25 años.

Al término de la primera jornada ayer de restablecimiento de fronteras, el Ministerio del Interior constató la ausencia de incidentes significativos y no disponía de datos de cuántos vehículos habían cruzado a uno u otro lado. En el paso de Irún-Hendaya, muy transitado, entre otros porque los franceses de las poblaciones limítrofes lo utilizan para venir a España a comprar tabaco o repostar a bajo precio, no todos se tomaron bien que les mandaran darse la vuelta.

En el paso entre la localidad pontevedresa de Tuy con Valença do Miño, puente del turismo de compras a la caza del textil portugués, hubo «muy pocos rechazados», pero sí colas en ambos sentidos. «La gente ha tenido que esperar», explicaron al teléfono desde el Centro de Cooperación Policial y Aduanera, desmontado en su funcionamiento hace tantos años que no se recuerda la fecha exacta. Y atascos también se produjeron en el paso de Caya, entre Badajoz y Elvas, dos enclaves que comparten un intercambio cotidiano de trabajadores, de nacionales de un lado que residen en el otro, de gentes que van allá a restaurantes, acá a supermercados, amén de a hospitales en virtud del concierto que Sanidad tiene con Portugal.

Baleares, Ceuta y Melilla

En los embotellamientos del día puede tener que ver el mensaje el martes por la mañana del gobierno urgiendo a los españoles en el extranjero «a retornar cuanto antes».

Más difícil lo van a tener quienes vayan al archipiélago balear -ya bajo máximas restricciones en cuanto a desembarco o aterrizajes- o Ceuta y Melilla, convertidas también en islas porque hace seis días que están bloqueadas por tierra por Marruecos y se han quedado paralizados los vuelos y conexiones con barco a la Península.

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