Jesús Posada junto al autor del libro, Juan Fernández-Miranda, y Rodolfo Martín Villa
Jesús Posada junto al autor del libro, Juan Fernández-Miranda, y Rodolfo Martín Villa - josé ramón ladra

Posada reivindica la talla de los políticos de la Transición

El presidente del Congreso presentó, junto a Rodolfo Martín, la primera biografía de Torcuato Fernández-Miranda

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¿Quién dijo que la transición ya no bombea sangre? Últimamente lo han dicho -siempre a gritos- mucho y muchos. Pero ayer un libro («El guionista de la transición. Torcuato Fernández-Miranda, el profesor del Rey», de Juan Fernández-Miranda), una casa de las de todavía fiar (el Congreso de los Diputados) y un minué de ingenio y trascendencia, gracia y pensamiento, obraron el milagro: resulta que los valores de la transición laten, pese a todo, como el corazón de un quinceañero.

El periodista de ABC Juan Fernández-Miranda (sobrino-nieto del que fuera presidente de las Cortes), al que ayer acompañaban el anfitrión del acto, Jesús Posada; el hijo del protagonista, Enrique Fernández-Miranda; y el exministro Rodolfo Martín Villa, ha sido el encargado de macerar el legado del que fuera hombre de confianza de Don Juan Carlos, ese Rey agradecido que ha prologado la obra.

Don Torcuato se lo dijo a su hijo Enrique en 1980 en Londres: «He decidido que no voy a escribir memorias en vida. Cuando llegue el momento, vosotros decidís qué hacéis con mi archivo». Treinta y cinco años después, en la sala de Columnas de las Cortes, solo faltaba él. Porque a degustar su obra acudieron muchos de los que le admiraron, desde Fernando Suárez, pasando por Alfonso Osorio, Aurelio Menéndez, Marcelino Oreja y Lorenzo Olarte, entre otros.

Martín Villa y la reconciliación

Martín Villa, silente espectador de los tiempos convulsos que vivimos, defendió la obra mayor de la transición y de uno de sus artífices, Fernández-Miranda. El exministro no cejó de repetir: aquella etapa no fue un conjunto de ocurrencias, no es cierto, porque había un afán de reconciliación de todos los españoles. Idea que recogió el presidente del Congreso, Jesús Posada, último sucesor de Fernández-Miranda: «La enseñanza de Torcuato es que en política la razón, la cordura y el sustento de las leyes es el único garante de futuro», en clara alusión a los últimos vaivenes políticos. Para añadir: «La gran mayoría de la clase política supo mirar hacia el futuro en lugar de reabrir estériles disputas». Todos coincidieron en una de las grandes obras del expresidente de las Cortes: el borrador de la ley para la reforma política. Y Juan Fernández-Miranda, que sólo tenía un año cuando murió su tío-abuelo, recordó la humildad con que entregó aquel fecundo documento a Adolfo Suárez: «Aquí tienes esto, que no tiene padre».

Si hubo un alma emocionada en el acto, al que asistieron además Alfonso Martínez de Irujo, Carlos Espinosa de los Monteros y Rafael Puyol, fue la de Carmen Lozana, la viuda del político de la transición, que el 10 de noviembre hubiera cumplido cien años. Aquella compañera de vida que nunca se separó de él ni siquiera cuando ambos viajaron para visitar a su hijo Enrique a Londres en 1980 y en aquella visita el patriarca, que nunca quiso ser presidente del Gobierno, halló a los 64 años la muerte prematura.

Precisamente Enrique rescató de su memoria el día en que le recibió Don Juan Carlos y le contó el proyecto de recopilar en un libro de 381 páginas, editado por Plaza y Janés, la sabia herencia de su padre. «Es importante -señaló- que sigamos recordando la transición, no solo porque fue un gran éxito político sino porque es un espléndido ejercicio de concordia nacional».

Asturiano por los cuatro costados, Fernández-Miranda entró como rector treintañero en 1951 en la misma carrera de San Jerónimo que ayer le rendía tributo. Su biógrafo reconocía que la historia del más cercano consejero del Rey emérito (su foto ha ocupado un lugar de honor en el despacho de Don Juan Carlos durante años) «es una gran desconocida». Pocos saben lo que el periodista relata en su libro: Fernández-Miranda vistió camisa blanca y no azul cuando firmó los principios generales del Movimiento y, además, el 4 de mayo de 1971, en un acto de la Falange, fue el único que no levantó el brazo derecho para honrar al régimen.

Una bocanada de oxígeno, reconciliación y consenso pareció recorrer la sala de columnas, hoy testigo de un tiempo ruidoso. No faltaron a la presentación del libro de un periodista otros compañeros, como el director de ABC, Bieito Rubido, Isabel San Sebastián, Hermann Tertsch y Carmelo Encinas, entre otros, así como la presidenta editora de ABC, Catalina Luca de Tena, y el consejero delegado de Vocento, Luis Enríquez.

Para terminar, unas líneas del libro que retratan a un hombre y a una época muy presente hoy: «Cuando, por fin, Torcuato vota, siente que ha conseguido combinar su ambición universitaria con su compromiso de acción. España está votando. El franquismo ha quedado atrás. La guerra es ya un capítulo de la Historia de España. La Monarquía parlamentaria es equiparable a la de los países europeos».

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