El periodista Juan Fernández-Miranda
El periodista Juan Fernández-Miranda - Matías Nieto Koenig
ENTREVISTA

«Torcuato Fernández-Miranda se sentiría orgulloso de Felipe VI»

El redactor jefe de España de ABC, Juan Fernández-Miranda, presenta en el Congreso «El guionista de la Transición», la biografía de su tío abuelo

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No poco del papel del Rey como piloto de la Transición es atribuible a la influencia en el Monarca de Torcuato Fernández-Miranda (1915-1980), presidente del Gobierno durante los cruciales días posteriores al asesinato de Luis Carrero Blanco, presidente de las Cortes, autor de la Ley para la Reforma Política -el andamiaje jurídico que catalizó la llegada de la democracia- y, sobre todo, preceptor de un joven Don Juan Carlos al que desconcertaba con lecciones de vida para las que «no se necesitaban libros».

Hoy el Congreso de los Diputados acoge la presentación de «El guionista de la Transición» (Plaza&Janés), biografía del cerebro gris del proceso democrático escrita por el periodista Juan Fernández-Miranda, redactor jefe de España de ABC y sobrino nieto de la persona que renunció a culminar sus ambiciones políticas en beneficio de Juan Carlos I, Adolfo Suárez y, visto con perspectiva el éxito de la experiencia, del conjunto de los españoles.

-¿Qué aprendió el Rey de Torcuato Fernández-Miranda?

-Aquellas clases en la llamada Casita de Arriba a un futuro Rey de 21 años, en las que el reto era aprender a observar la realidad con el fin de actuar con ponderación más allá de las teorías académicas, proporcionaron a quien reinaría como Juan Carlos I un puñado de recursos para tomar las decisiones más adecuadas al momento. En mi opinión, Don Juan Carlos aprendió de él sobre todo la virtud de la serenidad para tomar las decisiones acertadas en cada momento. Fernández-Miranda siempre fue absolutamente leal a Don Juan Carlos y éste le reconoció su labor entregándole el Toisón de Oro y el Ducado de Fernández-Miranda. Además, ahora le ha dedicado muy generosas palabras en el prólogo del «El guionista de la Transición», un gesto por el que le estoy enormemente agradecido.

-¿Le frustró no alcanzar su anhelo de ser presidente del Gobierno?

-Esa era sin duda una ambición legítima, pero es cierto que el Rey le dio a elegir: o presidente del Gobierno o de las Cortes. Fue Torcuato quien tomó la decisión, lo que elimina cualquier atisbo de frustración. A su gloria personal antepuso una ambición mucho mayor: el tránsito del franquismo a la democracia de la ley a la ley, los españoles unidos de nuevo sin violencia.

-¿Por qué se decantó por las Cortes?

-Era consciente de que con él al frente del Gobierno, la Transición no hubiera salido como salió. Y su deseo último era que ésta saliera bien.

-¿Qué faceta prevaleció más, la de político o la de catedrático?

-Esa es una pregunta de difícil respuesta, porque ambos papeles se entrelazan absolutamente en su figura. De hecho, yo creo que el éxito del guión de la Transición trazado por Fernández-Miranda se explica porque en aquél se combinan de forma perfecta sus conocimientos jurídicos y su ambición política.

-¿Fue Carrero Blanco el gran valedor de Fernández-Miranda ante Franco?

-Carrero Blanco le eligió como ministro secretario general del Movimiento por su discreción, por su independencia y por su sentido de la lealtad. Coincidían en no pertenecer a ninguna familia del régimen, y esa circunstancia contribuyó a crear una complicidad entre ellos que no excluía una cordial relación personal. Precisamente, esa rabiosa independencia que siempre llevó a gala explica que Franco nunca acabase de fiarse de él.

-Con Adolfo Suárez las cosas no terminaron bien.

-Su trato con Suárez discurrió por distintas etapas: inicialmente fue una relación maestro-discípulo hasta que éste decidió volar solo tras el referéndum de la Ley para la Reforma Política. A partir de ahí Suárez relegó a Fernández-Miranda, lo que provocó que rompieran, primero en lo político y luego también en lo personal.

-¿Fue Suárez injusto con Fernández-Miranda en últimos años de vida?

-Sí. Torcuato se vio abruptamente apartado de la vida política por Suárez cuando trató de opinar en el Parlamento en torno a algunos aspectos de la futura Constitución que no le acababan de convencer, en particular sobre la inclusión del término nacionalidades en el artículo segundo. Fue cuando se le dijo aquello de «o te callas, o te vas». Y claro, no se calló, pero sí se fue.

-La redacción de la Ley de la Reforma Política, ¿fue el gran capote de Fernández-Miranda a Suárez?

-Sin duda, aunque no el único: Torcuato posibilitó previamente que fuera elegido presidente. En agosto de 1976, se produjo un bloqueo en el Gobierno de Suárez, responsable de crear esa norma, y el presidente del Gobierno pidió ayuda a Torcuato. Esa es la razón de que fuera Fernández-Miranda, que tenía muy claro el proceso, el que acabara escribiéndola de su puño y letra tras encerrarse durante un fin de semana en su casa de la Sierra madrileña.

-¿Qué opinión tendría Fernández-Miranda sobre el Rey Felipe VI?

-En la medida en que lo que está haciendo el actual Monarca es acercar aún más a los españoles la Monarquía parlamentaria por la que tanto luchó él en su tiempo, no tengo ninguna duda de que se sentiría muy orgulloso de la figura del Rey Felipe VI.