Rosa Belmonte

Gente normal

Sale el referente Suárez en un vídeo y la gente lo aclama. Sale Zapatero y la pitorrada es homérica

Rosa Belmonte
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El sábado ya había gente haciendo cola en Vistalegre. Era para ver a B1A4, los One Direction surcoreanos. Actuaban la tarde del domingo. Por la mañana se pasó otro ídolo, Albert Rivera. También llenó. Si las fans de B1A4 llevaban los pelos azules o unas hojas verdes de fieltro en la cabeza, los simpatizantes de Ciudadanos se distinguían por la buena pinta y por el naranja caza. Banderas naranjas, bufandas naranjas, corbatas naranjas, gorros de Papá Noel naranjas. Los mítines de Ciudadanos son como un ojeo de jabalíes.

Mientras no decidan tirar de Kennedy, el referente de Rivera es Adolfo Suárez. No es que lo elogie, es que sale en un vídeo y la multitud lo aclama (sale Zapatero y la pitorrada es homérica).

En lo que más se parecen Rivera y Suárez es en los libros que no han leído. No hay problema, en Ciudadanos tienen a Xavier Pericay para leerlos y escribirlos todos. Rivera está para otras cosas. Lo que parece tener es un libro de citas. No cita a Adlai Stevenson, claro. Cita a Ghandi, a Mandela, a Kennedy, a Suárez, a Pascal (¿a Pascal?) y a Víctor Hugo. A este desde la conjura de Goya. Ayer pidió la conjura de Vistalegre para que Ciudadanos gobierne España. El personal se levantó y se cogió las manitas.

Antes de Rivera habló Arrimadas («¡Guapa!»). «Estamos más cerca de que un catalán sea presidente que de que España se rompa por Cataluña». Y antes, los anfitriones, Aguado y Villacís, la que más fotos se hizo mientras esperábamos al mesías naranja. «Gracias por esos bollos», dijo la concejal (habían dado chocolate y bizcochos). Muchos se pusieron a cantar «¡Yo también estoy fondona!». Fue el grito más original. Como los nuevos partidos tienen a la gente de siempre, en los mítines de Ciudadanos pasan las cosas de toda la vida. Se grita «Presidente, presidente», «Yo soy español, español» o «Este partido lo vamos a ganar». Y se hace la ola. Sólo que al final, Rivera manda un beso al tendido.

«Somos gente normal haciendo cosas extraordinarias», clamó un Albert Rivera que no sé si tiene abuela. Si la tuviera, seguramente no le aplaudiría más que los 10.000 devotos de ayer. Ni más que las niñas a los guaperas de B1A4.

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