Crecer sin financiación, el valor de conservar la última palabra en tu empresa

Desarrollar un proyecto «a pulmón» permite mantener la independencia y el control de los tiempos

MADRID Actualizado: Guardar
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«Hay muchas malas razones para empezar una empresa. Pero solo hay una buena razón y creo que sabes cuál es: para cambiar el mundo» (Phil Libin, fundador de Evernote). Esta parece ser la máxima entre los jóvenes emprendedores del siglo XXI, que ávidos de «crear» encuentran en los nuevos modelos de negocio, las startup, un atractivo mundo de posibilidades. Negocios escalables y con una capacidad de crecimiento exponencial que a menudo para sobrevivir, ceden, por muy poco, gran parte del capital de su empresa a hambrientos inversores.

Empresas como Ferrovial, Mapfre, Técnicas Reunidas y Galerías Preciados crecieron en el pasado gracias a su actividad comercial, con la que se autofinanciaban para seguir ganando tamaño, explica Iñaki Ortega, doctor en Economía y director de Deusto Business School. Lo hacían, continúa, «renunciando a perder el control a largo plazo por la tentación de la liquidez a corto de una inversión de terceros».

Finalmente, cuando su expansión global lo exigió, acudieron al mercado para seguir creciendo, pero ya sin los riesgos anteriormente mencionados». Todo un modelo aleccionador, según el profesor, para los nuevos emprendedores.

Si en el siglo pasado ellas pudieron hacerlo, ¿cómo es tan complicado ahora que las nuevas firmas tengan un crecimiento orgánico y eviten así diluirse en sucesivas rondas de financiación?

Para Carmen Bermejo, presidenta de la Asociación Española de Startup, la respuesta es sencilla: «La tecnología ha traído consigo nuevos tipos de productos que requieren de una etapa de investigación aplicada en la que hay que invertir. Además, la velocidad a la que la mayoría de estas nuevas empresas deben crecer para que la competencia no te absorba, requiere una fuerte inyección monetaria». Pero más allá de esta realidad, existen compañías, protagonistas de este reportaje, que han sido capaces de posicionarse en el mercado con sus propios recursos.

«La primera "oficina", debajo de mi cama»

Alex Bryszkowski, fundador de Vozelia -compañía referente en el sector de operadores de telefonía alternativos-, nació y creció solo. Bryszkowski siempre ha considerado un error que el crecimiento de un proyecto dependa en buena medida de los inversores. «Hoy en día parece que no eres nadie si no recibes inversión de un grande», insiste. El empresario comenzó su experiencia como emprendedor a los 16 años y sin apenas estudios, con una pequeña empresa dedicada a alquilar servidores de videojuegos. Al poco tiempo, con sus propios recursos y el asesoramiento de Mentor Corner, decidió convertirse en el Goliat que lucha contra David. Fundó Vozelia.

«El comienzo fue muy duro, -cuenta Alex- no tenía ni oficina, respondía más a una prueba de concepto. Yo vivía en casa de mis padres, y el primer servidor, (centralita en el argot de telecomunicaciones, aclara el empresario) que daba servicios a los primeros clientes, estaba conectado debajo de mi cama; como hacía ruido y no tenía capital para cambiar de servidor, todas las noches, a las 2 de la mañana lo apagaba, y me levantaba a las 7 para encenderlo. Como en ese rango de horas el cliente no operaba, no le afectaba que el servicio estuviese cortado de noche. Evidentemente, en cuanto crecí un poco, trasladé el servidor a unas instalaciones que dieran servicio las 24 horas y los siete días de la semana».

Era tanta la precariedad, que «para optimizar costes usaba la línea de teléfono de la casa de mis padres, y al ser una línea analógica de las de toda la vida, mis padres no podían usar su linea mientras llamaba un cliente». A menudo, continúa Alex «mi madre descolgaba el teléfono sin querer para llamar a algún familiar, y se cruzaba con las conversaciones de los clientes».

Ese fue el comienzo, pero luego llegó la gloria. Era consciente de que se enfrentaba a los grandes (Vodafone, Telefónica, Orange), pero lo hizo. Un golpe de suerte -Siemens solicitó sus servicios- y mucho sacrificio hicieron posible que Alex consiguiera facturar más de dos millones de euros anuales y a la vez mantener el cien por cien de su empresa. El pasado año, el empresario pensó que era hora de capitalizar sus diez de años de esfuerzo y aceptó la oferta de compra del potente grupo francés Sewan. Actualmente continúa creciendo junto a su equipo y sus nuevos socios: «En el plazo de cinco años, se preveé que la empresa facture 20 millones de euros» y «lo que es más importante -añade el empresario- daremos empleo a más de 200 personas».

Tontos, Amigos y Familia

Para el experto en economía financiera y empresarial y director de Venture Lab de IE Business Scholl, Paris de l’Etraz, el modelo de Bryszkowski tiene un nombre «bootstrapping»: «Desarrollar la idea, hasta que sea mucho más que una idea». Con una idea, explica l’Etraz, solo puedes acudir a lo que en inglés se denomina las tres FFF’s: «fools, friends and family» (tontos, amigos y familia). «Son los únicos que apostarán por ti en ese momento. Si pones en marcha una ronda de financiación externa cuando solo tienes una idea, te vas a quedar sin nada. Todo emprendedor tiene que financiar de manera individual su idea hasta que sea real. Después, si tiene que pedir que pida; si quiere vivir de lo que ha creado, que viva, y, si quiere vender, que venda. Ninguna opción es mala, pero es fundamental esperar para pedir dinero», insiste el De l’Etraz.

La tentación de la liquidez inmediata puede llevar a perder el control de la empresa a largo plazo

Así lo explica también Nacho Pinedo, que comenzó su negocio con 10.000 euros y ahora es el fundador y CEO de ISDI, la primera escuela nativa de negocio digital que forma a profesionales, emprendedores y empresas en Madrid, Barcelona, México DF, Boston y Silicon Valley. Para De Pinedo «el mundo ideal es financiarte con tu propio producto», «ese fue mi sueño y sigue siéndolo: mantener el control de mi empresa». Factura alrededor de nueve millones de euros y nunca ha buscado financiación porque no la ha necesitado. «Pero esto no es siempre posible, -confiesa De Pinedo-, hay nichos de mercado altamente competitivos donde la clave para triunfar depende de la velocidad a la que crezcas para eso, lamentablemente, hace falta dinero rápido».

Premios y palmaditas, todas; dinero, nada

Pelayo Puerta y su socio pertenecen a uno de esos nichos de mercado de los que habla De Pinedo, el de las redes sociales. A pesar de ello, y más por obligación que por deseo, lograron, sin ser financiados, no quedarse en el camino.

Pelayo, principal fundador de la red social geolocalizada Wehey cuenta su andadura empresarial no sin cierto desasosiego.«En España las redes sociales no están especialmente bien vistas por los inversores», se lamenta. «Mi socio y yo teníamos un pequeño estudio de diseño y programación, BPM Social Media, que nos proporcionó los fondos propios para mantenernos mientras arrancábamos Wehey». Durante un año y medio, compaginaron la creación de su propio proyecto trabajando para terceros (empresas y otras startups). Tras este tiempo, y con la primera demo funcional, comenzaron a tener usuarios. «Realizamos pequeñas campañas publicitarias y vimos que nuestro coste de adquisición de usuario era realmente bueno, por lo que consideramos que teníamos ya unas métricas que acompañaban a un producto innovador (muchas de las funcionalidades que teníamos hace 3 años desarrolladas están implantándolas aún ahora grandes como Whatsapp, Tinder, Instagram...) Y decidimos que era el momento adecuado para constituir la empresa y solicitar financiación», relata Pelayo.

Hay sectores muy competitivos en los que lograr financiación rápida puede marcar las diferencias

Así lo hicieron, y llegaron los reconocimientos, pero no el dinero. «Comenzamos a obtener premios y menciones en todo el mundo, -continúa el fundador de Wehey- fuimos seleccionados para el programa de emprendedores Launchpad de Google en Barcelona entre las 14 startups españolas, también para el programa global de emprendedores de IBM, finalistas de los foros de inversión del IESE y el MID, finalistas de los Premios Emprendedor XXI de La Caixa e, irónicamente, entre la larga lista, también hemos sido una de las seis startups europeas seleccionadas para la campaña publicitaria de financiación para proyectos innovadores de la Unión Europea».

Pero de dinero ni hablar. Lejos de conseguir financiación, los gastos derivados de los viajes y reuniones para obtener capital y para participar en los citados concursos y programas se multiplicaban. Finalmente, continúa Pelayo, «decidimos avanzar por nuestra cuenta y con la inyección económica de un usuario de la app, que terminó convirtiéndose en un valioso socio para la empresa, logramos que la aplicación llegara a más de 50 países y entrara en los rankings de aplicaciones destacadas de Google Play en más de 10. Nos situamos, temporalmente, por delante de aplicaciones como Facebook o Twitter. Un año después se incorporaron al proyecto 4 fondos de capital riesgo y a partir de ese momento los inversores no paraban de llamar a la puerta. Nuestra moraleja, finaliza el empresario, es que la inversión suele llegar cuando eres capaz de no necesitarla y ser solvente por ti mismo».

Pero una vez más, el esfuerzo de Pelayo y su «penosa» andadura en solitario ha dado sus frutos. El empresario también continúa actualmente formando parte de su creación, Wehey, una compañía que, por fin, ha logrado tener una enorme repercusión a nivel mundial.

Probablemente para muchas de estas nuevas empresas emergentes merecerá la pena sacrificar independencia para poder situarse en una posición de liderazgo, pero el éxito también puede llamar a la puerta cuando avanzas solo, una opción más que válida en el mundo emprendedor.

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