El fundador de Llaollao, Pedro Espinosa
El fundador de Llaollao, Pedro Espinosa - abc

Llaollao, helados en plena ebullición

Lo que nació como la pequeña aventura emprendedora de un joven murciano suma ya locales en 26 países

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Más allá de factores estacionales, el negocio del yogur helado está en plena ebullición. La alternativa sana y de calidad a los sorbetes y granizados tradicionales conquista los paladares de todo el mundo. En la cresta de esa ola congelada se perfila una empresa española. Creada por un joven murciano que por entonces contaba con solo 24 años, Llaollao abrió su primera tienda en Alicante en 2009. Hoy, tras las recientes inauguraciones de dos nuevos centros en Montevideo y otro en San Salvador, está ya presente en 26 países, en los que suma más de 180 establecimientos.

Ejemplo de emprendimiento por convencimiento más que por necesidad, la idea de Llallao tiene una inspiración genuinamente americana. «En un viaje de trabajo a Estados Unidos con la multinacional energética española para la que trabajaba descubrí un establecimento de este tipo.

Además, mis padres siempre han sido empresarios de la hostelería; en casa siempre había visto ese espíritu empresarial», explica Pedro Espinosa, fundador de la compañía. La ambición inicial no era excesiva: «Solo quería crear mi pequeño negocio, no buscaba montar una empresa muy grande, sino tener mi propio medio de vida». Pero el proyecto comenzó a rodar y aún sigue avanzado por nuevos territorios. «Donde estamos teniendo ahora un mayor crecimiento es en Asia. Ha pasado a ser nuestro segundo mercado después de Europa. Allí estamos creciendo a un ritmo de una apertura cada dos semanas, y para el año que viene se prevé abrir una tienda cada semana», explica Espinosa.

Fiebre en Singapur

El éxito adquiere tintes de fenómeno social en un país como Singapur, donde parece haberse destapado una suerte de fiebre fría por este tipo de productos. «Es sorprendente, antes de abrir las tiendas ya hay gente esperando, con colas de veinte o veinticinco metros. Singapur ya es el país con más tiendas tras España, y para nosotros es un muy importante, porque es un mercado que sirve de escaparate para el resto de países asiáticos», asegura el fundador de la multinacional española.

Presencia en cuatro contintentes, más de mil puestos de trabajo creados en un lustro, una facturación de 27 millones el año pasado y una previsión de 40 para este ejercicio... Las cifras hablan de éxito, pero como sucede con tantas otras aventuras empresariales en España, entre el cero y el infinito apenas media un paso. «Si mis padres no me hubieran avalado, este proyecto no habría salido nunca. A pesar de ser una buena idea, no hubiera tenido financiación. Ningún banco apoyaría la propuesta de un joven de 24 años en 2009. Pero en España es además muy difícil emprender por una cuestión cultural y de mentalidad. Aquí arriesgar y fracasar está mal visto. Hasta el mismo empresario interioriza esa idea y se la aplica a sí mismo», argumenta Espinosa.

Centrada en crecer en nuevos destinos, la expansión de la franquicia en España, donde suma un centenar de locales, parece haberse ralentizado en los últimos meses, pero el fundador de Llaollao no cree que el mercado interno esté aún «saturado». «Hubo una época hace un par de años en que la competencia creció mucho, tanto en cadenas como en pequeños establecimentos. Con el tiempo, el mercado se ha ido regulando y no quedan tantas enseñas como en su día. A nosotros esa competencia nos vino bien porque, aunque sea algo que se suele decir, es verdad que la rivalidad es un acicate que te hace mejorar. Nos ayudó a no mirarnos el ombligo, a ver opciones de mejora, qué otros mercados se podrían abrir... Si el mercado se mueve, tú tienes que hacerlo más rápido», concluye Espinosa.

Menos pero mejores

Con Llaollao se produjo el inusal hecho de que la demanda para crear la franquicia llegara antes de que su responsable se planteara esa posiblidad. «Nacimos para ser un negocio propio gestionado por nosotros y ya está, pero fue el propio mercado el que demandó la franquicia», explica el fundador de la compañía, que insiste en que «aún hay margen para seguir creciendo en España, aunque en nuestro caso particular de todo se aprende y cada vez somos más selectivos con las ubicaciones, los candidatos... Queremos tener especial cuidado al elegir franquiciados, porque son al final los representantes de nuestra marca. No buscamos más franquiciados porque sí, prefiero tener menos pero que funcionen y ganen dinero».

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