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Eurocopa Francia 2016 - Selecciones

Iordanescu, el general socialdemócrata

La Euro 2016 es su tercera etapa al frente de la selección rumana. Ha sido goleador, leyenda del banquillo, militar y político

Iordanescu, el general socialdemócrata

En su rueda de prensa de ayer en el Parque de los Príncipes, Anghel Iordanescu lllamó “mentiroso” a un periodista. El informador le había preguntado por Giurgiu, futbolista al que habrían visto fumando en el mismísimo Saint Denis el día del debut.

No es lo peor que se publica en Rumania estos días sobre la concentración rumana. Se ha dicho que Iordanescu, general condecorado, ha pasado directamente a dictador. Se habla de caos, de gritos a sus ayudantes, incluso se ha publicado que ha llegado a dar dos veces la misma charla individual a un jugador de puro despiste.

La figura del “mejor entrenador rumano del siglo” no está libre de críticas. George Becali, dueño del Steau, una especie de Jesús Gil rumano, se quejó recientemente de la convocatoria de jugadores del club: “¡Es dictadura!”. De nuevo esa palabra. El enfrentamiento con Becali, que llegó a acusarle de corrupción, es profundo.

El Steau fue el equipo del ejército de Ceaucescu. Allí jugó Iordanescu, metió 155 goles y prosperó en el escalafón militar. Su entrenador Emerich Lenei lo definió como alguien “extremadamente individualista, incómodo para un técnico”. Juntos ganaron la Copa de Europa del 1986 al Barcelona. Iordanescu era ya simultáneamente jugador y segundo entrenador y se dio el caso de que alineó a su suplente. “No quería venir -a la final en Sevilla- pero luego salió desde el banquillo y le hizo un caño a Schuster que desmoralizó a los jugadores del Barcelona”.

Lenei fue una gran influencia en el Iordanescu técnico, muy diferente al jugador. Pero aún más otro entrenador de importancia fundamental, Stefan Kovacs, que había sido sucesor de Rinus Michels en el Ajax y campeón de Europa con Johan Cruyff como jugador. Kovacs, uno de los apóstoles del “fútbol total”, dejó su huella en la Rumanía de los setenta.

Iordanescu tomó el mando en solitario del Steaua a partir del 86 y hasta el 90. Los últimos años de régimen. Valentin Ceaucescu, uno de los hijos del dictador, controlaba maniáticamente el fútbol rumano. Iordanescu carga con la leyenda de ser el favorito de la familia, frente al trotamundos Mircea Lucescu, que acusó a Ceaucescu de ser responsable de su “destierro”.

No se ha contado con detalle como afectó la revolución de 1989 a los deportistas-militares del Steaua. En sus memorias, el balonmanista y directivo Cristian Gatu deslizó algo. El club fue tomado como un medio de comunicación o un ministerio. Iordanescu, entre otros, habría sido retenido. Su segundo en el banquillo, Dumitru Dumitriu, contó que fueron horas de tensión. “Yo estaba en el estadio con Gatu y Iordanescu. Yo era civil y podía salir de allí e iba a casa o a por tabaco. Ellos no podían”. Eran militares sui géneris. “No nos dieron armas, no sabíamos usarlas”.

Iordanescu, ya caído el régimen, fue condecorado y pasó de coronel a general en 2994 por un acto heroico en el césped: el sexto puesto en el Mundial de Estados Unidos, con aquella selección de los Hagi, Popescu y Belodedici.

Luego vendrían años de exóticos destinos en Arabia Saudí y Emiratos Árabes hasta que dejo el fútbol en 2007 para dedicarse a la política. Iordanescu fue senador con el Partido Socialdemócrata. Participó en varias Comisiones Parlamentarias y defendió iniciativas legislativas sobre prevención de la discriminación o sobre ayudas al rumano en el exterior.

“Papa Puiu”, como se le conoce en Rumania, además es un hombre religioso. Incluso a los amistosos lleva consigo un pequeño icono ortodoxo que besa a escondidas. La prensa, que ya no respeta nada, hizo de ese beso una fotografía de paparazzi.

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