Las salas de prensa suelen rebosar actividad. Los periodistas comentan todos los detalles de la Eurocopa mientras esperan a que salga el jugador. Pero el pasado domingo no fue así con la comparecencia del austríaco György Garics en Mallemort.

György Garics senior, el padre del futbolista, falleció el jueves por la mañana a los 62 años de edad tras una batalla de diez meses contra el cáncer, pero su hijo ha decidido estar con la selección austriaca. «Le pregunté si debía quedarme con él o irme, pero me dijo que debía irme. Y voy a respetar su último deseo. Quiero darle una gran despedida… A papá le hubiera encantado verme en la Eurocopa, y hubiera sido el primero en enfadarse de haber dejado el torneo», afirmó Garics ante los medios.

«Ambos trabajamos con el objetivo de estar en la Eurocopa… Por desgracia él se la va a perder por unos pocos días, pero haré todo lo posible por hacer sentir todavía más orgulloso. El fútbol era su vida». Y es que Garics padre también fue futbolista profesional. Jugó en varios clubes de Hungría, país en el que su hijo nació (en Szombathely) y donde pasó los primeros 14 años de su vida allí antes de trasladarse a Viena para jugar en el Rapid de Viena.

La oportunidad surgió varios años después y Garics hijo decidió representar a su país de adopción, no a Hungría, y debutó con Austria en 2006 en el primero de sus 41 partidos como internacional. En los diez años que han pasado desde entonces el lateral del Darmstadt nunca ha jugado contra su país natal, y por fin lo hará en su primer partido en el Grupo F de este martes.

«Ya iba a ser complicado y especial para mí. Pero lo que pasó con mi padre lo hace todavía más emotivo. Es sobre el fútbol, sobre mi vida, sobre su vida, tiene esas tres vertientes. No puedo describir con palabras lo que este partido significa para mí», declaró Garics admitiendo que cantará los dos himnos nacionales antes de que se inicie el choque en Burdeos. «Es una experiencia muy extraña en la vida, y las forma en la que las cosas han sucedido hacen que sea única. Gracias papá por hacer que este partido esté conmigo para siempre».