Alfredo Evangelista (i) y José Legrá (d) en el gimnasio Brooklyn Fitboxing de Las Tablas
Alfredo Evangelista (i) y José Legrá (d) en el gimnasio Brooklyn Fitboxing de Las Tablas - ABC

Boxeo«Los amigos de verdad llegan cuando dejas el boxeo»

José Legrá y Alfredo Evangelista, púgiles brillantes en los 60 y los 80, explican a ABC las peculiaridades de su oficio tras recibir las ayudas del Fondo José Sulaimán, destinadas a campeones con dificultades

Madrid Actualizado: Guardar
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Uno pesaba cerca de 60 kilos y el otro más de 90, pero los dos fueron gigantes del boxeo español. José Legrá (Baracoa, 1943) y Alfredo Evangelista (Montevideo, 1954) vivieron una época en la que los boxeadores eran tan populares como cualquier futbolista. Llenaban pabellones y los querían en las fiestas de la alta sociedad. Uno fue dos veces campeón del mundo y el otro se puso delante de Larry Holmes y Muhammad Ali cuando su estrella se apagaba.

Estos dos campeones recibieron el pasado 30 de diciembre un homenaje necesario. El Consejo Mundial de Boxeo, el organismo más respetado de todos cuantos operan en este deporte, les incluyó en su programa de ayudas del Fondo José Sulaiman.

Unas becas destinadas a aquellos campeones que, por las razones que sean, tienen alguna dificultad económica.

«Cuando estamos en activo vivimos en una burbuja. Vives de ilusión, vas a fiestas, vives bien... Pero esto son cuatro días»
Alfredo Evangelista , exboxeador

«Estoy muy orgulloso por el homenaje, pero el dinero también me hace falta», reconocía Alfredo Evangelista el pasado viernes. El campeón uruguayo comenzó su carrera profesional en España y en ese periodo boxeó con lo mejorcito de su generación. Era un peso pesado mañoso y valiente: «El recuerdo más grande que tengo es cuando peleé con Ali, normal. Eso fue lo que me está dando todo este reconocimiento», resume. «Muy poca gente puede decir que ha peleado con Ali. Y perder por puntos tras quince rounds... es como un triunfo. Yo nunca pensé que iba a hacer un combate tan redondo. Los primeros rounds jugó conmigo, como hizo con todos los boxeadores, pero a partir del sexto la pelea cambió. Me siento muy orgulloso de lo que he hecho».

Evangelista llevaba tiempo desaparecido para el gran público hasta que un «Informe Robinson» recuperó su historia junto a la de Perico Fernández, fallecido hace un par de meses. Él, como tantos otros, conoce lo dura que se pone la vida cuando los focos se apagan.

«Todos los deportes son así, ¿viste? Cuando estamos en el candelero todo el mundo se acuerda de uno. Estás en boca de todos. Luego cuando dejas de ser boxeador la gente se olvida», dice. «Por eso de pronto recibes un reconocimiento como este y lo vives como si fuera la primera vez. Es como si hubiera vuelto a boxear otra vez porque, después de tantos años, que te hagan una entrevista, que te den un reconocimiento como este... Para mí es todo nuevo».

Amistades efímeras

Cuentan que Alfredo guarda en su cartera una foto suya de cuando el cáncer le tenía casi derrotado. Dicen que no se la enseña a nadie, pero que él sí la mira de vez en cuando para recordar que todo lo que viene se va. «¿Cuándo localicé a mis amigos de verdad? Cuando dejé el boxeo», responde Evangelista. «Cuando dejé el boxeo localicé a todos mis amigos, a la gente que me quería y a la gente sana que quería estar a mi lado. Cuando estamos en activo vivimos en una burbuja. Te pintan todo de color de rosa y no sabes dónde estás. Vives de ilusión, de esto, de lo otro... Vas a fiestas, vives bien... Pero esto son cuatro días, ¿me entiendes?».

Pedro Carrasco junto a José Legrá cuando se proclamó campeón del mundo del peso pluma en 1968. El parecido físico entre Legrá y Muhammad Ali era innegable
Pedro Carrasco junto a José Legrá cuando se proclamó campeón del mundo del peso pluma en 1968. El parecido físico entre Legrá y Muhammad Ali era innegable - Archivo ABC

«Eso está clarísimo: después de dejar el boxeo», coincide José Legrá, a quien apodaron en América como el 'Cassius Clay de bolsillo'. «Por ejemplo: don José María García, el periodista. Ese fue amigo mío antes y es más amigo ahora. Económicamente me ha ayudado mucho y todavía hoy me sigue ayudando».

«Estoy bien gracias a Dios pero sobre todo gracias a José María García, que todos los meses me da un buen dinero»
José Legrá , exboxeador campeón del mundo

Legrá es de esos tipos que sabe lo que es llenar el Palacio de los Deportes antes de que lo hicieran las «Boy bands». Compartió entrenamientos con Cassius Clay en Miami, en un gimnasio en el que temblaban las lámparas con cada golpe del campeón: «Ali era único en el gimnasio. Él era... Buf. Inmenso. Era único en todos los aspectos», resume Legrá, que acumuló 148 peleas en apenas trece años, lo que supone un combate al mes prácticamente.

«El puma de Baracoa» era una celebridad en su época. Fue portada de este diario el 25 de julio de 1968, cuando ganó su primer Mundial. De aquel púgil habilidoso queda una sonrisa amplia y una jovialidad contagiosa, una especie de son cubano con el que dan ganas de tomarse la vida de otra forma. Hoy Legrá tiene 72 años y le está agradecido a la vida: «No me puedo quejar», asegura. «Tengo mi negocio, mis cosas... Estoy bien gracias a Dios y sobre todo a José María García, que todos los meses me da un buen dinero. Pero un buen dinero, eh».

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