López Simón y El Juli salen a hombros en Valencia
López Simón y El Juli salen a hombros en Valencia - MIKEL PONCE

En hombros El Juli y López Simón

Los nobilísimos toros de Garcigrande, justos de fuerzas, facilitan el éxito

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Segundo duelo directo (en los toros, mano a mano) de Fallas. Los dos toreros, El Juli y Alberto López Simón, aprovechan la gran calidad de los toros de Garcigrande, cortan cada uno dos orejas y salen en hombros: el público festivo sale encantado; el aficionado algo exigente, bastante menos.

La Tauromaquia une belleza y emoción. Con sólo 19 años, Roca Rey consiguió poner de pie a todo el público valenciano, la tarde anterior. Un aficionado tan analítico como Juan Carlos Vázquez me confiesa que él también se emocionó. Esta tarde, en cambio, hemos vivido un festejo triunfal pero nos hemos emocionado bastante poco.

Además de belleza y emoción, la Fiesta es rivalidad, competencia. Decía don Gregorio Corrochano que Luis Miguel y Ordóñez querían lo mismo: mandar .

Igual que Carlos V y el francés Francisco I: los dos querían París. (Hoy en día, el término de comparación hubieran sido Rajoy y Sánchez: los dos quieren ser Presidente). Por eso, el meollo de estas Fallas son los dos mano a mano, que enfrentan a una figura con un joven. ¿Se ha notado esa rivalidad esta tarde? Sólo en los quites del quinto toro y muy poquito... Son dos toreros muy distintos y cada va uno va a su aire.

Acierta El Juli al aceptar este cartel, para iniciar su temporada, la número 18 como matador: le sobra capacidad y la competencia le estimula. Ha dicho que se va a dejar de guerras (vuelve a la Feria de Abril) y se va a concentrar en torear mejor; si lo hace, también acierta. Los toros de Garcigrandes son sus predilectos. La corrida de hoy es ideal para el torero: nobles, bravos, con movilidad y las fuerzas justas. ¿Qué más pueden pedir? El primero flojea claramente, ya de salida ha de cuidarlo. Después de hacer la estatua, Julián encadena, en el centro, templados muletazos. El toro va y viene, se cae a mitad de algún pase. Al diestro le sobra poder. Al final, relajado, logra algunos buenos muletazos pero el público aplaude más el efectismo de la noria, haciendo trazar círculos al toro. (¿Cómo exigir pureza a los toreros si se ovaciona más lo peor?). Mata a la segunda y el Presidente no concede la oreja.

El tercero, «Confitero», es un verdadero dulce pero, por su poca fuerza, a veces derrota, a mitad del muletazo. Una de las veces, engancha al diestro y luego le da otro susto. Gracias a esos momentos de apuro, se valora más su técnica para dominarlo. La estocada, con el habitual salto, le permite cortar su primera oreja.

Cuando sale el quinto, López Simón ya tiene asegurada la puerta grande y El Juli, no. Éste es el único que sale suelto, huido: el único, también, al que se pica algo (los demás, no sangran “ni para hacer un análisis”, decían los castizos). Entra al quite Alberto: cita de rodillas y enlaza chicuelinas atropelladas. Replica El Juli con unas zapopinas y la gente brama de entusiasmo. Conduce Julián con mando las nobles embestidas; al final, una serie de derechazos de mano baja, muy ligados, son lo mejor de la tarde. Por pinchar, se queda en una oreja.

López Simón, el último Premio ABC (compartido con el maestro Espartaco) se ganó el respeto de todos con actuaciones heroicas, la pasada temporada. Este año, recoge los frutos, toreando con las figuras y matando los toros que ellos matan. El segundo parece salir de chiqueros ya picado, por su escasa fuerza, pero tiene gran calidad, le deja hacer todo lo que quiere. López Simón se queda muy quieto, vertical; liga muletazos, con más cantidad que calidad; sufre dos desarmes; recurre a las inevitables manoletinas: primera oreja.

Devuelto el tercero, tan flojo que se queda debajo del caballo, el sobrero no tiene mucha más fuerza. En dos ocasiones, el diestro cita de rodillas y el toro también rueda por la arena: una estampa desairada. Liga naturales, afarolados, circulares invertidos de hinojos: todo el repertorio. Pinchazo y estocada: otra oreja.

Como varios de sus hermanos, el último es una maquinita de embestir, que no para. López Simón da muchos muletazos, algo acelerados. Y la petición da lugar al silencio (¡los públicos actuales!). Con estos toros, él está más a gusto, por supuesto, pero me temo que, a su toreo, le va más la veta heroica, con la que triunfó el año pasado.

Salen a hombros los dos toreros, sale feliz el público. ¿Se puede pedir algo más? Creo que sí: toros con más fuerza. Y, cuando las reses son tan colaboradoras, un toreo de más calidad, con más gusto. He recordado al gran Cañabate: de esta corrida, creo que hubiera dicho que “nos molieron a derechazos y naturales”. Y, luego, para consolarse, se hubiera ido a cenar una sepia a la plancha, a la playa de la Malvarrosa.

POSTDATA.- Mencionaba en mi anterior Postdata, entre los enamorados de la Fiesta, al gran poeta valenciano Francisco Brines, un modelo de sensibilidad y buen gusto, compañero mío, tantas tardes, en esta Plaza. Quiero citar una frase suya: “La Fiesta es el espectáculo más bello y perfecto que han creado los españoles. Los partidarios de su abolición son tontos”. No hace falta añadir nada más.

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