Del Álamo y Castella abren la puerta grande en Salamanca

Juan del Álamo y Sebastián Castella, con tres y dos orejas respectivamente, han abierto esta tarde la puerta grande de la plaza de toros de Salamanca al término del cuarto festejo de la Feria de la Virgen de la Vega, una corrida mixta en la que el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza se ha ido de vacío.

Se han lidiado dos de la ganadería de San Pelayo para rejones, y cuatro de Montalvo para la lidia de a pie que en general han facilitado la labor de los toreros.

Media entrada en una tarde soleada, pero fría. El banderillero Agustín Serrano ha sufrido una cornada de la que ha sido operado en el quirófano de la plaza. La empresa ha confirmado el nombre de Sebastián Castella para sustituir al lesionado Alejandro Talavante en la corrida de mañana.

Se reparten cinco orejas

En el primero de la tarde, Hermoso de Mendoza no conectó con los tendidos hasta que no colocó las banderillas cortas, el tiempo que tardó en acoplarse con su enemigo. No tuvo suerte con el primer rejón de muerte, pero el astado cayó en el segundo intento y el navarro correspondió desde el callejón a las palmas.

En su segundo, logró encandilar al público, pero el fallo con el rejón de muerte hizo que se fuera de vacío.

Ya en la lidia ordinaria, con reses de Montalvo, el primero de Castella se apagó pronto y las banderillas fueron un auténtico sainete. Con la muleta, el francés no pudo lucirse, mató de metisaca, una estocada trasera y cinco descabellos y escuchó dos avisos.

Ante el quinto, un manso encastado y con movilidad, estuvo firme durante toda la faena, que acabó con una estocada fulminante antes de cortar, las dos orejas.

Bravo y encastado fue el primero de Juan del Álamo -tercero de la lidia-, también de la ganadería de Montalvo y al que le cortó dos orejas.

De nombre «Antojito», hirió al banderillero Agustín Serrano «en región hipogástrica y que penetra en cavidad abdominal, con contusión en cuerpo de páncreas», según el parte médico. Ha sido operado en el quirófano de la plaza y trasladado al Hospital Clínico.

Del Álamo, que firmó unas bellas verónicas, comenzó la faena en el centro de la plaza y después realzó su labor al natural. Mató de una estocada desprendida y se le premió con las dos orejas.

Al que cerraba plaza, se lució a la verónica y con la muleta se inclinó por los circulares en cercanías. Un metisaca y una entera le hicieron merecedor de otra oreja, la tercera en su haber.