Michael Kiwanuka
Michael Kiwanuka - Phil Sharp

Michael Kiwanuka, el poder del soul

El cantante británico de origen ugandés presenta en directo «Love & Hate»

Madrid Actualizado: Guardar
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Si apenas superados los veinte años y un disco en el mercado te comparan con Bill Withers, Van Morrison u Otis Redding, puede que la presión (por no defraudar) acabe derrotando al talento. Con esos halagos recibió la prensa especializada a Michael Kiwanuka después de su debut, situándolo al nivel de sus grandes referentes en el mundo del soul. Ahora, con 29, tiene casi recién estrenada su segunda creación, «Love & Hate», y lo que pretende es que algún día identifiquen su sonido «como el de Michael Kiwanuka». El día 16 de este mes estará en Barcelona y el 17 en Madrid, donde ya ha agotado todas las entradas en las que serán sus primeras actuaciones en solitario en España.

Pero este británico de origen ugandés ya conoce de cerca al público español: a aquellos que lo vieron en el Bime Live de 2015 en Bilbao y a los que llenaron el escenario de esta edición del Mad Cool Festival. Síntoma de que aquí se le esperaba con ansia. Por aquel entonces, Kiwanuka ya prometía volver «con muchas ganas», según comentaba a ABC. En junio aún no había salido a la venta su último disco, pero ahora ya lleva cuatro meses en el mercado. Canciones mucho más «informales», con mucha más guitarra eléctrica, coros o pianos; un disco, como él define respecto a «Home Again», «más aventurero».

Kiwanuka sigue siendo un idealista, y quizá por ello, trata de aportar algo al mundo con su trabajo. «Es bonito cuando un músico canta sobre el momento en el que vive y me gusta pensar que puede provocar discusiones en quien lo escucha». «La música es poderosa y, a veces, puede incluso ayudar a las personas», confiesa.

En su último single, «Black man in a white world», deja claro que es «fantástico» ser negro en un mundo de blancos, porque «ves la realidad de manera diferente», cuenta. En su canción, liberadora, proclama la necesidad de ser quien es y no ocultar nada. Cuando habla, como cuando canta, contagia optimismo. Hijo de refugiados ugandeses «que solo buscaban una oportunidad», sus padres la hallaron a más de diez mil kilómetros de su lugar de origen, en Reino Unido, un país que reconoce como suyo.

Es en sus raíces donde busca la manera de contar, sabiendo que de ahí provienen sus sonidos, sus temas y su estilo. ¿Sus ambiciones? De momento, Iberoamérica y, más a largo plazo, «poder dar un concierto en Uganda; sería una meta cumplida». Por ahora son europeos y norteamericanos los escenarios que lo acogen. De ellos no se ha bajado desde que empezó su carrera musical rechazando incluso al productor Kanye West.

Él ha preferido, en esta ocasión, trasladarse hasta Los Ángeles y confiar en su admirado productor Danger Mouse, a quien define como «un genio», y de quien confiesa haber aprendido mucho durante la grabación.

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