El torero López Simón
El torero López Simón - abc

López Simón: «El toro entrega su vida y merece que el torero le regale la suya»

El héroe se recupera en Albacete de una grave cornada con la mente puesta en la Feria de Otoño

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Cuando decidí ser torero sabía que podía venir a buscarme la pálida dama, como dice Sabina». Pero el traje de madera que estrenará «no está siquiera plantado», canta también. Y este nuevo «César» del toreo, Alberto López Simón (Madrid, 1990), tiene larga vida por delante. Extensa ha sido también la primera noche tras una dura cornada en Albacete después de intentar un pase imposible, ese más difícil todavía que hace que su nombre se haya posicionado como mucho más que la revelación de la temporada. Todos hablan de Simón, así, a secas. Hasta el cantautor del que parafraseaba una estrofa. Joaquín Sabina es uno de los muchos que mandaron ayer un mensaje de admiración al hombre que ha revolucionado el escalafón y que va camino de consagrarse figura.

Mientras charlamos en la habitación 301 de la clínica Santa Cristina los sms y las llamadas parecen el rayo que no cesa. Ganaderos, artistas de dentro y fuera los ruedos, gentes del pueblo... «Es bonito sentir el cariño de tantas personas», dice sonriente y sin aparentar un solo gesto de dolor, aunque la procesión del tabacazo vaya por dentro. Un costurón sobre el muslo derecho -con la femoral disecada y el vasto interno desgarrado-, a milímetros del sufrido el 2 de mayo en Las Ventas. «La cicatriz ha quedado muy cerca». Ya son cuatro las cornadas que se tatúan en este joven matador. «He tenido varias citas con la pálida dama, aunque siempre la vida ha sido más fuerte y ocurre algo que hace que esa cita no llegue... Pero, mire, a veces se paga con sangre y eso da fuerza a este espectáculo».

-Se la jugó con un manso sin picar en un pasaje que parecía de cogida. ¿Mereció la pena?

-Es un peaje que hay que pagar para alcanzar un sitio de privilegio. Además, si uno se pone a pensar en cosas lógicas, en el toreo nada puede asegurarse. Son momentos en los que tienes que tirar la moneda y cruzar una determinada línea. Yo era consciente de que la estaba cruzando, porque así hay que hacerlo para ser un torero importante.

-¿Fue consciente de la gravedad?

-Sentí un golpe muy fuerte, salí mareado y conmocionado, vi sangre brotar, aunque no cómo era el agujero. Otras veces si me he podido mantener en el ruedo, pero esta vez estaba muy mareado y sin fuerza ninguna. Por desgracia, no pude quedarme en la plaza.

-Su verdad es tal que hace suya la sentencia de «o le quita el toro o no le quita nadie».

-En parte, sí. Los toros tienen que cobrarse ese tributo de sangre, ese peaje por la gloria que nos dan. Y hay que asumirlo con naturalidad: a veces te da da moral cuando te coge un toro porque estás entregado en cuerpo y alma.

López Simón es un torero transparente: su alma, la visible y la invisible, conecta con el corazón de los tendidos. No cabe el engaño en quien quiere ser mucho más que alguien y lo hace todo con verdad. Una necesidad interior le impulsa a entregar su yo más íntimo. Y si el instinto de supervivencia acecha la desazón le consume por dentro. «No quiero defraudarme», expresa.

«Si no me muestro de verdad -continúa-, me siento mal conmigo mismo y me voy al hotel con una amargura muy grande que no soporto. Quizá lo hago egoístamente». Y confiesa: «Precisamente la noche de antes a Albacete me sentía mal porque había estado bien con una corrida de toros pero interiormente no me sentía pleno. Tengo esa necesidad de no defraudarme y cada vez que salga a la plaza sea con máxima entrega». Llega entonces una fría sentencia en medio del escalofrío de quienes nos encontramos en la habitación: «El toro se merece que, ya que entrega su vida, el torero le regale la suya en toda su dimensión».

No dan tregua el móvil del matador ni el de su apoderado, Julián Guerra. Las muestras de interés son enormes. Ahora es una máxima figura como Sebastián Castella quien le llama. Admiración mutua. Un entrenador de de deportistas de élite nos escribe: «He visto al mismísimo José Tomás». Comentamos la comparación al herido. «Es injusta hacia el maestro por la trayectoria suya y por lo que es, un mito vivo de un nivel espectacular. Siempre es un espejo y admiro mucho esa capacidad de entrega cada tarde, es un caso aparte».

Los aficionados se preguntan cuándo volverá. Nimes, el 20 de septiembre, es uno de los compromisos que más le ilusionan «desde que era niño». Reflexiona más allá: «También tengo muy claro que el aficionado que paga una entrada quiere verte en tu mayor dimensión y al cien por cien, porque luego no hay excusas. Debo recuperarme bien. También soy consciente de que para torear no hay que tener fuerza física excesiva, sino ser fuerte mentalmente y que me deje apoyar la pierna y girar; ahí es donde está la verdad del toreo, luego la pierna ya se irá recuperando. Decía un periodista mexicano que Silveti, con problemas en la rodilla, economizaba terrenos. Pues ahí aparece mucha verdad...»

En el paisaje de fondo de sus ojos resplandece la Feria de Otoño de Madrid, con su doble reto. ¿Cómo lo ve? «Yo creo que sí estaré. Y no negaré que es una plaza que me quita el sueño y a la que quiero devolver tanto cariño en el mes de mayo con estas dos tardes de octubre».

Ahora toca recuperarse. No ha aparecido fiebre, aunque al quitarle la sonda las molestias aumentaron. Las vencen sus sueños «de las embestidas de los animales que me quedan en este final de temporada, más enclasadas o menos, pero con las que poder entregarme en cuerpo, mente y alma».

Su heroísmo solo está al alcance de elegidos. Su toreo habla solo; su verbo, también: «Para conseguir grandes cosas hay que dar la cara en los grandes escenarios y las grandes ferias y yo quiero conseguir grandes cosas. Cada vez que uno se pone el vestido de torear, se juega lo más preciado que tiene, que es la vida, para ganar grandes cosas. Para eso me mentalizo y me entreno. Lo libre que me siento pisando unos terrenos delante del toro no está pagado con nada». Palabra de Simón, palabra de un nuevo «César».

Ver los comentarios