Tom Pagès, en el más difícil todavía
Tom Pagès, en el más difícil todavía - efe

El francés Tom Pagès desafía a la gravedad y asalta el cielo de Las Ventas

El piloto hace historia con saltos inverosímiles y gana por tercera vez consecutiva el Red Bull X-Fighters de Madrid

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Es el año de Francia. Si en San Isidro el torero Sebastián Castella se hizo el amo de Madrid, ayer su compatriota Tom Pagès se alzó ganador en el Red bull X-Fighters de Las Ventas. Por tercera temporada consecutiva, que se escribe pronto... Histórico hat-trick, en el que logró igualar a Travis Pastrana.

Pagès es ya una máxima figura entre los toros voladores. En una apasionante final, se impuso al neozelandés Levi Sherwood, que dudó en una de las faenas en el aire y eso le restó puntos. Igual habría dado, pues su rival ni pestañeó y exhibió una carrusel de trucos que pusieron la plaza en pie. Más de 23.000 almas vibraron especialmente con la ejecución de sus «special flip» o «bike flip», una pirueta inverosímil, con un temple y un mando propio de los mejores «toreros».

En las distancias cortas, girando la moto sobre la rampa más pequeña y con una altura escasa. Alucinante. El ecol de la ovación llegó al país vecino.

El control sobre su Yamaha era extraordinario. Apabullante el francés, al que se imantaron 46.000 pupilas de la afición venteña. En primera fila, en barrera, sus padres observaban a su hijo. Mientras le père hacía el gesto de la victoria,la mère se tapabalos ojos cada vez que su niño desafiaba a la gravedad y se jugaba la vida en suertes supremas de auténtica heroicidad. Impactantes imágenes, que asustaban al propio miedo. Y con secuencias torerísimas sobre el espacio, que simulaban a recortes, molinetes, incluso hubo un truco que recordaba a una media verónica abelmontada, con la moto arrebujada a la cintura antes de colocarse de nuevo sobre el sillín. Oh là là!

Los españoles

Hubo una caída en la emocionante noche, pero por fortuna sin consecuencias. Mermado de facultades participó Dany Torres, que actuó lesionado, con una contusión costal. No le importó: ahí dejó ese supermán y un salto mortal. Ningún español se coló en la final, aunque Maikel Melero puso la Monumental a revientacalderas en una faena de sincero valor. En el montículo de arena se marcó una larga cambiada y unas verónicas rodilla en tierra, mientras saltaba una «espontánea» con la bandera de España pintada en el pecho.

No faltó de nada en el espectáculo, que arrancó a ritmo de sanfermines. Los riders hicieron de toros para que un pelotón de jóvenes corrieran el encierro, vestidos de blanco y pañuelo rojo, como muchos de los espectadores. Y lo cierto es que San Fermín echó su capotillo en más de una ocasión. Un milagro que no hubiese «cornadas».

«Yo soy español, español, español...», había entonado en los inicios el comentarista, que lo borda [imagínense un campeonato de novilleros en festejos de verano nocturnos en ese aire, salvando las distancias y respetando siempre la pureza y seriedad de la Fiesta, ¡un espectáculo!]. Y toda la plaza al unísono lo cantó. ¡Sin complejos! La hora final fue de un francés: Tom Pagès. Un fenómeno. El gallo galo conectó y se metió en el bolsillo al público: allá que se fue, con la multitud, para regalar guantes, camisetas y hasta una bota.

«¡Te quiero, Madrid!», gritó Pagès antes de que los mozos y costaleros lo sacaran a hombros por la Puerta Grande. El cielo que acarición en las piruetas era suyo.

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