Enrique Ponce, en un sentido muletazo
Enrique Ponce, en un sentido muletazo - efe

Enrique Ponce sigue siendo el consentido en la Plaza México

El torero valenciano corta dos orejas en su regreso a la Monumental ante 22.000 espectadores

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El maestro Enrique Ponce sigue siendo el consentido de la Plaza México. Así se lo hizo saber el público desde que el valenciano volvió a pisar, tras dos años de ausencia, el ruedo del monumental escenario. Una ovación repleta de cariño le tributaron a su llegada. Después llegaron la admiración y respeto por su actitud en el ruedo, pero sobre todo porque el valenciano fue el primero en no reparar para enfrentar a dos toros serios, con astifinas y ofensivas cornamentas, distintas a lo que en otras ocasiones había sucedido con la ganadería de Teófilo Gómez.

Ese fue uno de los aciertos más importantes de Ponce en su regreso a La México. Afortunadamente uno de esos toros, el primero de su lote, tuvo nobleza y emotividad.

Huelga decir que el de Chiva, quien de verdad estaba disfrutando su reencuentro con la plaza más grande del mundo, se recreó en todos y cada uno de los muletazos que ejecutó.

Figura erguida, mano muy baja, cintura acompasada y aquello se volvió la locura. El público volvió a vitorear a Enrique poniéndose de pie, reconociéndole su madurez, la lentitud y profundidad de sus muletazos, pero sobre todo el arte que solo el valenciano posee y con el que ha cautivado por más de 20 años a esta plaza, que no eleva a cualquiera al título de consentido. La estocada fue efectiva y esta vez, las orejas que entregó el juez, perfectamente valoradas.

Brindis a su familia

Enrique, con la emoción a flor de piel, brindó a través de los micrófonos de la radio y la televisión la faena de su segundo a su familia por la sentida muerte de su cuñado.

El gran Victoriano Valencia tendrá que reponerse una vez más de una dolorosa cornada, sólo que esta vez de las que más duelen, las que da la vida, y por la que nos unimos afectuosamente también a las Palomas.

Lástima que ese astado fue malo y peligroso de verdad. Enrique quiso meterle mano, pero a punto estuvo de que el astado lo metiera a él a la enfermería.

Al final, la salida en hombros por la Puerta del Encierro fue emocionante, multitudinaria. Una considerable parte de los miles de aficionados que llenaron más de tres cuartos del tendido numerado, sacaron a Ponce, quien tuvo un feliz reencuentro con el público de la Plaza México. Por cuánto tiempo, no lo sé. Por los que quiera Enrique, que aquí es el que manda en el corazón de los aficionados.

Al lado del triunfo de Ponce no desmereció el de Juan Pablo Sánchez, una oreja muy bien ganada aunque a un toro de regalo, pero que premió la actitud, toda la tarde, de un torero ralentizado, un joven que torea sabrosamente, despacio y con mucho gusto.

Aunque ninguno de sus dos astados de lidia ordinaria fueron un compendio de virtudes, Juan Pablo los entendió y les hizo faenas interesantes que malogró con la espada. Luego regaló un astado al que volvió a torear muy bien y a éste sí lo mató perfecto para conseguir el anhelado trofeo.

Confirmó alternativa Juan Pablo Llaguno con una faena de muletazos de clase en su primero, y de voluntad en su segundo. El joven fue reconocido por el público de la Plaza México.

La actuación del rejoneador Emiliano Gamero en el que abrió la tarde fue meritoria ante las condiciones de incertidumbre al embestir del toro de Rancho Seco. Lució al cabalgar y clavar algunos rejones.

Ver los comentarios