María Pujalte y Vicente Romero, en «Losers»
María Pujalte y Vicente Romero, en «Losers» - JAVIER NAVAL
CRÍTICA DE TEATRO

«Losers», en el teatro Bellas Artes: no todo es perder

María Pujalte y Vicente Romero interpretan esta obra de Marta Buchaca y dirigida por Guillem Cluá

Madrid Actualizado: Guardar
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Todos conocemos a personas como Sandra y Manuel, en el borde los cuarenta o un poco más allá, solteros, sin hijos, supervivientes de alguna o varias relaciones amorosas y que, aunque desprendan cierto aire de resignada rutina, no despreciarían la oportunidad de encontrar a alguien que les quiera. Marta Buchaca singulariza con acierto este perfil común que utiliza para trazar al mismo tiempo una perspectiva social, un mapa de costumbres. Ella es activa, parlanchina, viste bien y vive colgada de su smartphone; él, seriote y algo desastrado, prefiere un teléfono tonto –le robaron el listo– que usa sobre todo para atender las llamadas de una madre controladora.

«Losers»
Autora: Marta Buchaca. Dirección: Guillem Clua Escenografía: Sebastià Brosa. Vestuario: Libert Lado. Iluminación: David Bofarull. Intérpretes: María Pujalte y Vicente Romero Teatro Bellas Artes. Madrid

El encuentro entre ambos solitarios a su pesar –perdedores, como los define el título de la función– se establece en la tienda de telefonía móvil donde Manuel trabaja, a la que Sandra, harta de las operadoras automáticas, acude para tratar de dar de baja el teléfono de su madre difunta.

Ese escenario comercial, además de propiciar chistes sobre móviles y aplicaciones, se convierte en símbolo de la insuficiencia de la tecnología en el terreno de los afectos, una prótesis que induce a la superficialidad de las relaciones personales. Él termina resolviendo el problema de ella, en el curso de su conversación una y otro descubren que han recurrido infructuosamente a páginas de contactos y también encuentran algunas afinidades. No son almas gemelas pero podrían intentar vivir en pareja. Mediante un estupendo y sencillo cambio escenográfico el establecimiento se convierte en el piso que ya comparten, y en el que viven sus primeras desavenencias, las tensiones cuando se preparan para recibir la vista de la familia de ella, la posibilidad de poner punto y final a su historia…

La autora demuestra su buen olfato para atrapar el pulso social y sentimental de estos seres que nos resultan tan familiares y a los que sitúa en una comedia agridulce, como la vida, con diálogos de afilada comicidad muy bien construidos. En los intérpretes se advierte esa complicidad que suele denominarse química: si María Pujalte es una Sandra un punto disparatada, tierna, divertida y estilosa, Vicente Romero clava a ese Manuel taciturno, horterilla, agarrado y también tierno a su manera. No me digan que no se merecen un final feliz.

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