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Natalia Millán, en una escena de «La viuda alegre» - E. MORENO ESQUIBEL

Emilio Sagi reconvierte la opereta «La viuda alegre» en un musical

El espectáculo, protagonizado por Natalia Millán, llega a los teatros del Canal

Madrid Actualizado: Guardar
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«Todo el mundo conoce la música de “La viuda alegre”, aunque no lo sepa». Ríen Emilio Sagi y Natalia Millán al referirse así a la popularidad de esta opereta de Franz Léhar, sin duda la cumbre del género, que Sagi ha convertido en musical, en un montaje estrenado en mayo de este año en el teatro Arriaga de Bilbao, y que llega ahora a los teatros del Canal. Natalia Millán encabeza un reparto que completan Antonio Torres, Silvia Luchetti, Guido Balzaretti, Iñaki Maruri y David Rubiera. Les acompañan un coro de dieciséis cantantes-bailarines, y en el foso estará el Ensemble Orquesta Sinfónica Verum. La dirección musical es de Jordi López, y con Sagi han colaborado Daniel Bianco (escenografía), Renata Schusseim (vestuario), Eduardo Bravo (iluminación) y Nuria Castejón (coreografía).

«Esta obra me fascina desde que era joven -confiesa Emilio Sagi-; una de las interpretaciones más célebres de mi tío Luis Sagi Vela era el Conde Danilo de “La viuda alegre”». El director tenía claro que Natalia Millán «era» Hanna Glawari, la viuda alegre. «Leí en una ocasión -dice Sagi- que cuando se estrenó “Salomé”, le preguntaron a Richard Strauss qué tipo de soprano quería para el papel. Y él contestó: “No me importa; el caso es que sea una mujer sexy”. Eso quería yo para el papel: que fuera sexy, elegantísima, guapísima para que el público se creyera que esa mujer es capaz de provocar todo lo que provoca en esa tontería de argumento. Y Natalia es una estrella. Que además canta y actúa muy bien».

«¡Cómo no voy a adorar a Emilio con todo lo que dice de mi -responde una ruborizada Natalia Millán-. Este papel es para mí un sueño... Pero un sueño que da mucho miedo y mucho vértigo, porque es un título importantísimo y archiconocido en el mundo de la lírica, y eso son para mí palabras mayores. Pero si él creía que yo podía hacerlo, no tenía más que confiar y trabajar para responder a su confianza».

La versión de «La bohème» que dirigió hace unos años Baz Luhrman le sirvió de inspiración para su montaje. «Me impresionó; era una preciosidad, con actores que solo cantaban de modo suficiente». Y convirtió la opereta de Léhar en un musical, con la partitura arreglada para doce instrumentistas y para cantantes ajenos al mundo lírico; y también se ha cambiado el texto, para lo que conté con Enrique Viana». Es, dice, otra visión de la opereta de Léhar. «La música es deliciosa aun cambiando de género -concluye Sagi-. Se trata de hacerlo bien, de trabajarlo y de tratar la obra con toda la dignidad que podemos». «La viuda alegre», añade Natalia Millán, «tiene unas piezas tan conocidas, con una calidad que llega a todo el mundo y a la que el paso del tiempo no hace sino añadir valor».

Hanna Glawari es, en este montaje, la columna vertebral: «el personaje de ella es muy tontorrón , cuando en realidad es el catalizador de la historia. Ella es la que decide y la que maneja al conde Danilo, presuntamente un conquistador. Él es un noble, pero ante el dinero es timorato, y no se atreve a declararse a ella». «No sé si originalmente esta preponderancia de mi personaje ya estaba -dice Natalia Millán-, y lo que pasa es que se ha ido dejando a lo largo del tiempo en simplemente una mujer frívola». «Y no lo es», tercia el director. «No -sigue la actriz-. Es una mujer que ha heredado un fortunón, y es una mujer autónoma, que decide lo que quiere hacer y adónde quiere ir».

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