Martín Caparrós, retratado el pasado lunes en Barcelona
Martín Caparrós, retratado el pasado lunes en Barcelona - EFE

Martín Caparrós, en busca de la indentidad cultural argentina

El autor novela la vida del poeta Esteban Echeverría, padre de las letras argentinas

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Después de recorrer a pulmón abierto la geografía del hambre,Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) guarda el carnet de cronista para orientar su brújula de novelista a la Argentina de principios del siglo XIX; he aquí un país recién nacido que acaba de independizarse de España y para el que el poeta y escritor Esteban Echeverría (1805-1851) se propone crear nada menos que toda una literatura. «Argentina era un país nuevo, pero no tenía una identidad cultural, y la forma de construirla era creando una literatura nacional», explica Caparrós, quien rebobina sobre la historia de su país y reinventa con «Echeverría» (Anagrama) al padre de las letras argentinas.

Explica el autor de «Los Living» que, después de haber estudiado a Echeverría en el colegio y de haber memorizado (y olvidado) algunos de sus poemas, en 2014 se reencontró con el poeta en la Feria del Libro de Guadalajara: un ejemplar de «El matadero», algo así como la obra fundacional de literatura argentina, le reenganchó con ese pedazo de la historia y le animó a seguir investigando.

«Me parecía impensable que alguien se propusiera crear de la nada una literatura nacional. Los únicos antecedentes eran los de la literatura española, y eso era precisamente lo que se quería rechazar», explica.

Descubrir que Echeverría se fue a vivir a París con 18 años –Caparrós hizo lo propio con veinte– fue determinante para acabar abducido por el personaje: «En cuanto lo descubrí supe que estaba perdido», bromea.

Historia y ficción

Así, tirando del hilo del ambicioso proyecto de Echeverría y ampliando plano para retratar de perfil el Buenos Aires de 1830, Caparrós emprendió la carrera con la idea de escribir un «libro corto y sencillo», pero llegó a la meta con uno «largo y complicado». «Me llamaba mucho la atención cómo los franceses se dedicaban a escribir historias tan sencillas de personajes reales, pero no me había percatado de que lo sencillo no está a mi alcance», añade en relación a las últimas obras de autores como Patrick Deville o Jean Echenoz.

Como ellos, Caparrós se adentra en la historia con las armas de la ficción para reconstruir la historia de este personaje que exhibió veleidades políticas y acabó exiliado y malviviendo en Montevideo. «La historia es la mayor creación ficcional a la que podemos aspirar. Cada momento escribe su historia», teoriza el argentino.

Pese a reconocer que los poemas de Echeverría «son bastantes malos», para Caparrós la idea de perseguir la creación de una identidad cultural a través de la literatura ya es digna de admiración. Además, insiste el argentino, Echeverría se reveló como «antiperonista cien años antes de que existiese el peronismo» y como impecable cronista antes incluso de que se empeza a emplear el término. «Lo único suyo que se sigue leyendo es “El matadero”, que a él no le parecía digna de imprenta. De hecho, no se publicó hasta 20 años después de su muerte», señala.

Esa obra, insiste, es «una de las bases de la literatura argentina» y, como «Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas», de Sarmiento, «una historia de violencia primaria que a su manera «explica lo fragmentario y poco novelístico de la literatura argentina».

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